Falta menos de un año para que Apesorje (Asociación de Personas Sordas de Jerez) alcance el medio siglo, lo que se traduce en toda una vida dedicada a promover la inclusión del colectivo, así como también a seguir en la lucha por la destrucción de las barreras comunicativas con las que se tiene que enfrentar este colectivo a diario. Una iniciativa que puso en marcha Pedro Jesús Vega, actual presidente de Apesorje, en 1970 en la calle Caballeros.
“La asociación surgió a raíz de todos los proyectos que vi que realizaban las personas sordas en Málaga, provincia en la que estudié. Allí el tejido asociativo siempre fue muy importante, durante mi estancia me informé de todas las actividades que llevaban a cabo el colectivo en la sede que tenían y cuando llegué a Jerez supe que tenía que hacer lo mismo aquí”, así fue como consiguió Vega hacerse con un modesto local en el municipio jerezano y poner en marcha lo que asegura que llegaría a ser como el salón de su casa.
Lo íncreible es que pese al paso del tiempo y de todas las dificultades en las que se han visto inmersos, Apesorje sigue en pie y auguran muchos años más en activo. Eso sí, desde la entidad piden al Gobierno Municipal que les faciliten un local más amplio en el que poder desarrollar correctamente todas las tareas que realizan. “A la asociación principal se le han ido sumando otras asociaciones, por lo que se torna en imposible poder realizar todas las actividades que hacemos a diario puesto que a menudo se solapan entre ellas. Llevamos muchos años solicitando un nuevo emplazamiento y aún no hemos obtenido respuestas. Con la cuota de los socios no podemos,solos no podemos permitirnos trasladarnos a otro local más grande”, sentencia el presidente de Apesorje.
Con todo ello, esta semana están de celebración puesto que a lo largo de estos días se está llevando a cabo un programa especial por el Día Internacional de las Lenguas de Signos - que no lenguaje- y la Semana Internacional de las Personas Sordas, dos fechas marcadas en rojo en el calendario de la asociación que utilizan para seguir reivindicando medidas necesarias que garanticen la inclusión total del colectivo en la sociedad actual. “Aún falta mucho camino por recorrer, a nivel educativo, por ejemplo, nos gustaría alcanzar los niveles que tienen en otros países europeos. En Finlandia las personas sordas no realizan únicamente trabajos poco cualificados, como sí es el caso de España, allí hay médicos, profesores, y otros puestos de trabajos desempeñados por personas sordas. Con una educación bilingüe en la que se impulse un modelo en la que las lenguas de signos y las lenguas orales sean vehiculares y curriculares para el alumnado sordo, dotado con la existencia de personal docente expertos en lengua de signos, se alcanzaría una educación equitativa y de calidad para las personas sordas. A nivel municipal, también sería conveniente ampliar el número de intérpretes, estamos bajo mínimo y muchas veces precisamos de la colaboración de estos trabajadores para cosas tan cotidianas como ir al hospital o realizar cualquier trámite y tienen que venir familiares con nosotros porque es imposible poder abarcar todas las solicitudes de los usuarios”, afirmó Vega.
Pero Pedro Jesús Vega no está solo en Apesorje, junto a él hay un gran equipo de trabajadores sociales y agentes de desarrollo de la comunidad sorda (Adecosor) que informan y orientan a personas y familiares pertenecientes al colectivo. Este es el caso de Belén Rodríguez y Silvia Suárez, ambas son agentes de Adecosor y también desarrollan sus labores en la sede de Apesorje, son testigos principales del cambio y la evolución que están viviendo las personas sordas en la sociedad y también dentro de lo que para ellas supone su segunda casa; la sede de Apesorje. “Es cierto que los jóvenes no se concentran tanto en las asociaciones, con la irrupción de los smartphones se han desvinculado un poco puesto que antes la opción más factible era venir aquí y pasar el rato con otros usuarios, aún así Apesorje sigue siendo un lugar de encuentro en el que incluso llega a ser como el salón de nuestra casa”, comentan las agentes de Adecosor.
“Aún así la tecnología tiene que seguir evolucionando, por ejemplo nos gustaría que hubiese una app con la que pudiéramos contactar con emergencias o con otros servicios que a veces precisamos y que normalmente la única via es telefónica”, subraya Belén Rodríguez.
El estigma del silencio
Atrás, afortunadamente, quedaron los años en los que las personas sordas eran tildadas de “sordomudas”, un error bastante habitual que cometía la comunidad oyente al pensar que el colectivo sordo no tenían la capacidad del habla. Las personas mudas son aquellas que tienen una incapacidad vocal debido a una lesión o enfermedad de las cuerdas vocales. Las personas sordas han sido estigmatizadas durante mucho tiempo, Pedro Jesús Vega cuenta como ahora hay un mayor respeto en la sociedad, “antes nos ridiculizaban más, si me veían signar en la calle se reían y trataban de imitarme para mofarse de mí, también estaba mal visto, cuando era pequeño si gesticulaba o signaba me reñían, ahora ya no me da vergüenza”, una opinión que también comparte Rodríguez.
Lo cierto es que las lenguas de signos - existen más de 300- tienen sus peculiaridades y características que las hacen únicas. E imprescindibles.