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Malestar vecinal por las obras del entorno de la Plaza Vargas

La Asociación Vecinal Centro Histórico califica de “chapuza” las actuaciones realizadas en las calle Latorre y Amargura

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  • Detalle de un tramo de la calle Amargura, que desemboca en José Luis Díez. -

La Asociación Vecinal Centro Histórico ha mostrado su descontento por la nueva imagen que lucen ya una parte de la calle Latorre y otras vías como Amargura, ambas del entorno de la Plaza Vargas, debido a las obras de reurbanización de Vargas y su entorno que inició el Ayuntamiento el pasado mes de marzo y que contemplan también la renovación de las redes de saneamiento.

De momento, el nuevo aspecto de estos enclaves no convence a los residentes y al propio colectivo, que ya avisa de que la reordenación de este entorno para habilitar una plataforma única “es una chapuza”,  tal y como afirma la presidenta de la Asociación Vecinal Centro Histórico, Tamara Jiménez, que no oculta su preocupación por los primeros resultados.

“Lo primero es que esta obra no era necesaria. La Plaza Vargas ya era peatonal”, asegura para recordar que el tránsito de vehículos permitido era únicamente el de la entrada y salida a los garajes. Estas obras no suponen una mejora en la accesibilidad y tampoco eran necesarias por el estado del pavimento”, añade. Y es precisamente en este asunto, el de los adoquines, una controversia que se extiende al eje de Esteve-Corredera, donde concentran sus principales críticas.  

La voz de los vecinos del centro histórico advierte que se han cumplido los peores presagios del colectivo al que representa y se han perdido adoquines. En concreto, en la calle Latorre, donde se ha actuado en el 50% de la vía, de momento los trabajos realizados “han supuesto el fin de gran parte de la superficie adoquinada”.

A esto hay que sumar, según denuncia, que los adoquines “no están bien puestos ni bien nivelados ni bien encarados ni bien juntos. No se mejora la movilidad. Aunque pretendan engañarte, las zonas enlosadas serán ocupadas por veladores y los peatones tendrán que transitar por unos adoquines chapuceramente colocados, con una separación de dos metros y mal encarados y nivelados”.  

Unas circunstancias que entienden que pueden pasar factura de aquí a un año por el tránsito de personas y las actuaciones de baldeo. “Mucho nos tememos que aquello acabe como San Mateo, es decir, lleno de boquetes”, manifiesta.

Estarán vigilantes

En el otro ejemplo que citan, el de la calle Amargura, “había un mosaico y el adoquín dibujaba un rombo; ahora se ha perdido muchísimo empedrado”, critican. Ante estas circunstancias, dejan claro que van a estar vigilantes y muy pendientes de la evolución de estos, como ya lo están con los que se ejecutan en el eje de Esteve. En este sentido, anunciar que en breve volverán a contactar con la Junta de Andalucía para solicitar que se paralice esta última obra. 

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