Llegar a fin de mes

Publicado: 18/06/2022
Autor

Abraham Ceballos

Abraham Ceballos es director de Viva Jerez y coordinador de 7 Televisión Jerez. Periodista y crítico de cine

Lo que queda del día

Un repaso a 'los restos del día', todo aquello que nos pasa, nos seduce o nos afecta, de la política al fútbol, del cine a la música

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Los planes de muchas familias se han reducido en este momento a llegar a fin de mes, que es algo de lo que se ha hablado poco en los últimos 14 días
Cuando Will Smith subió este año al escenario a recoger el Óscar, confesó que Denzel Washington le había aconsejado con antelación que fuera prudente con sus gestos: “Cuando te encuentras en tu momento más álgido, siempre aparece el diablo para tentarte”. No llegué a entender si se trataba de una especie de disculpa por su comportamiento minutos antes, cuando abofeteó a Chris Rock, o si era su forma de contener la euforia por la manera en que se aferraba a la ansiada estatuilla, que, como la del halcón maltés, parece estar esculpida con el material con el que se fabrican los sueños.

Cuando este domingo se conozcan los resultados electorales, habrá candidatos y candidatas al óscar de San Telmo enfrentados también a momentos tan álgidos como tentadores, dispuestos a ofrecernos discursos tan “escuálidos como conmovedores”, que diría el Conde de Padura, aunque lo más preocupante es que puedan mantenerse ajenos a la realidad.

La vida no se ha detenido durante las dos semanas de campaña incesante, como tampoco lo hará la noche del escrutinio, ni tampoco retomará su curso a partir de este lunes. Como dijo John Lennon, y eso es algo que vale para todos, incluso para los que se postulan para presidir una comunidad autónoma o un ayuntamiento, “la vida es eso que pasa mientras hacemos planes”.

La cuestión es que los planes de muchas familias se han reducido en este momento a llegar a fin de mes, que es algo de lo que se ha hablado poco en los últimos 14 días, y no ya en Andalucía, sino desde cualquier órgano de poder del país. Ha habido más interés en casi decretar la ola de calor y en anticipar las optimistas cifras de ocupación hotelera de este verano, que en practicar medidas eficaces que impidan el acelerado descenso de las cuentas de ahorros, mientras los saldos se precipitan al rojo antes de recibir el ingreso de la próxima nómina -quien pueda ingresarla-.

Dos temas, el de la ola de calor y el de las previsiones hoteleras, que requerirían más explicación que sensacionalismo: calor en junio -qué escándalo-, cuando las temperaturas han estado por debajo de las que se marcaron en la misma época del año en 2014 y 2017, como relataba esta semana Francisco Aleu; y llenos en los hoteles pese a que han incrementado sus precios en un porcentaje medio en torno al 30% -todo ello en medio de una crisis que parece el recopilatorio de grandes éxitos de otras precedentes en los últimos 30 años-.

Porque ya no se trata solo del coste de la electricidad, que data del verano pasado, meses antes de la invasión de Ucrania, sino del imparable incremento de los combustibles, que va camino de provocar un nuevo caos en el mes de julio si los transportistas mandan de nuevo parar, por no hablar de cómo se han duplicado los precios de muchos productos esenciales de la cesta de la compra, que obligan a tirar de calculadora y de paciencia para encontrarlos más baratos en unos supermercados que en otros.

El euríbor, mientras tanto, ya se encuentra por encima del uno por ciento y las entidades financieras promocionan el cambio al tipo fijo ante el temor de que el marcador hipotecario prosiga su escalada como hizo en plena crisis del ladrillo. Por si fuera poco, hemos desempolvado a la prima de riesgo para reincorporarla a nuestro vocabulario, bajo el temor de aquellos años en que se hablaba más de ella que del último episodio de Arrayán en la cola ante el puesto de verduras. Y, como entonces, nos basta con saber sumar uno más uno para entender de qué va todo esto.

Lo único que cambiará este lunes es que ya no habrá más promesas -o eso esperamos-,ni más papeletas de votos en el buzón -pero qué despilfarro indecente en papel-, aunque no descarten cualquier anomalía; a fin de cuentas estamos en un mes en el que han triunfado asuntos tan extemporáneos como el carnaval o el belenismo, pese a que te asalten las mismas ganas de enfundarte un disfraz que de comerte en polvorón un 2 de agosto a las 4 de la tarde.

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