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Hady Coulibaly: de saltar la valla de Melilla a ser coronado rey mago

Baltyasar: un africano de Mali que tiene 29 años y al que guió una estrella cuando decidió emprender un largo y difícil viaje por la vida desde su tierra

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  • Hady Coulibaly será el rey Baltasar. -
  • Huyó con 18 años de la complicada situación que azotaba su país, en guerra y con crisis económica y ahora trabaja aquí
  • En Málaga ha encontrado a "gente maravillosa" que le hace sentir "como en casa", por lo que le gusta decir que es "maliense-malagueño"

El rey mago Baltasar se llama Hady Coulibaly, un africano de Mali que tiene 29 años y al que guió una estrella cuando decidió emprender un largo y difícil viaje por la vida desde su tierra buscando paz y forjarse un futuro; pero para eso tuvo que saltar -como otroas personas- la valla fronteriza de Melilla.
Que los reyes magos hagan realidad todos los sueños y deseos de los niños y niñas y que vivamos en un mundo en el que haya paz y donde todos, más allá del país de origen y del color de la piel, seamos hermanos y vivamos en igualdad
El 5 de enero se subirá también alto, como entonces, pero ahora a la carroza del rey negro en la tradicional Cabalgata de los Magos de Oriente y, coronado en ese trono, se esforzará en hacer felices a los niños.

Encarnando al personaje estará el inmigrante que huyó con 18 años de la complicada situación que azotaba su país, en guerra y con crisis económica, y que hoy ha conseguido estar plenamente integrado en España, donde trabaja, estudia para integrar a otros y ahora tendrá el honor de disfrutar de una experiencia reservada a muy pocos.

Sí, será -nada menos- que Baltasar, pero antes pasó mucho. Trabajaba en el campo en Mali. Cuando optó por separarse de su gente (tiene allí siete hermanos, entre otros familiares) para encaminarse a otro horizonte tuvo que afrontar dos años de un complicado camino en los que recorrió tres países -Mauritania, Argelia y Marruecos- antes de pisar territorio español en 2013. En ese trayecto intentaba "hacer algo para sobrevivir", según recuerda en una entrevista con EFE, para lo que buscaba algún trabajo.

Junto a otros inmigrantes logró saltar la valla melillense que separa dos mundos. De aquello recuerda que fue su "salvación, un momento muy feliz" y, aunque admite que no es legal atravesar esa barrera, se centra en el motivo de quien lo hace, en su caso ante las muertes en la guerra de su país.

Y TODO CAMBIÓ

En Melilla permaneció dos meses hasta que como solicitante de asilo y protección internacional lo trasladaron en barco a un centro de refugiados en Málaga hace casi una década. Ahí empezó a cambiarle la vida. Encontró "una nueva familia", la de la Comisión Española de Ayuda al Refugiado (CEAR), que le brindó apoyo y cariño, le proporcionó alojamiento y le ayudó a formarse y a trabajar.

Durante los primeros cuatro años en la que llama "mi ciudad" aprendió el español que hoy maneja bien y acudía a cursos de formación, a la vez que buscaba trabajos de todo tipo.

Estuvo tres años bajo el estatus de asilo en los que cada seis meses debía renovar "la tarjeta roja"; pudo conseguir el arraigo social por trabajo tras ese tiempo de permanencia en España más un contrato de un año como jardinero y, de esa forma, regularizar su situación ya en 2016.

A veces le llamaban para cubrir las vacaciones de un conserje, trabajó durante un tiempo en un almacén de productos para bazares orientales y, un verano, en la recogida municipal de basura en la cercana Vélez-Málaga. Pero eran contratos cortos.

Hasta que a finales de 2017 empezó a trabajar en CEAR en el mantenimiento y limpieza de su centro de la capital malagueña, donde sigue y además estudia primero del grado superior de Técnico de Integración Social con el objetivo de "poder ayudar a la gente" que "necesita apoyo y solidaridad".

Con el tiempo ha podido incluso volver a su país en tres ocasiones.

UN BALTASAR "MALIENSE-MALAGUEÑO"

En la capital de la Costa del Sol ha encontrado a "gente maravillosa" que le hace sentir "como en casa", por lo que le gusta decir que es "maliense-malagueño" dado que en esta ciudad -asegura- viven "malagueños de distintas procedencias y distintos colores".

Este musulmán que valora la tradición de base cristiana de las cabalgatas de Reyes porque "da alegría a los niños" está agradecido de poder dar vida al rey Baltasar en Málaga y "compartir un día mágico" con los niños y sus familias.

Ello ha sido posible porque la tradición local de que Melchor sea un representante de los medios de comunicación, Gaspar alguien propuesto por la Agrupación de Cofradías de Semana Santa y Baltasar un concejal del ayuntamiento en representación de la corporación municipal se ha roto parcialmente este año.

Tras anunciarse oficialmente que Baltasar sería encarnado por el portavoz del Grupo Municipal Unidas Podemos, Nicolás Sguiglia, este renunció al afirmar que "lo correcto es que al Rey Baltasar lo encarne preferentemente una persona negra o afrodescendiente" vecina de la ciudad y cedió tal misión a Hady.

Los pajes que acompañarán a este rey por un día serán un ciudadano senegalés y otro colombiano, mientras que Sguiglia será un participante más de la carroza.

"Que los reyes magos hagan realidad todos los sueños y deseos de los niños y niñas" es el deseo de este Baltasar que aprovecha para reivindicar que "vivamos en un mundo en el que haya paz y donde todos, más allá del país de origen y del color de la piel, seamos hermanos y vivamos en igualdad". 

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