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Matrícula de deshonor

‘Guantánamo’

En el mundillo del transporte por carretera existe un espacio conocido por los camioneros, en Villanueva de los Castillejos, en la fábrica de García Carrión

Publicado: 27/09/2021 ·
11:49
· Actualizado: 27/09/2021 · 11:49
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Autor

Federico Pérez

Federico Pérez vuelca su vida en luchar contra la drogadicción en la asociación Arrabales, editar libros a través de Pábilo y mil cosas

Matrícula de deshonor

Un cajón de sastre en el que hay cabida para todo, reflexiones sobre la sociedad, sobre los problemas de Huelva, sobre el carnaval...

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En el mundillo del transporte por carretera existe un espacio conocido por los camioneros como ‘Guantánamo’ y se encuentra en Villanueva de los Castillejos, Huelva, en la fábrica J. García Carrión S.A. Don Simón. A dicho lugar acuden a diario unos 50 camiones y unos 100 aproximadamente en temporada alta. Unas 100 personas deben esperar cada día en este aparcamiento con sus vehículos, pasando largas horas en este lugar, a veces más de 24 horas, esperando cargar sus mercancías para transportarlas a cientos de kilómetros de esta fábrica y que nunca falten las existencias de los diferentes derivados de la fruta que elabora esta empresa.   

Para muchos conductores dicha espera es todo un calvario, no sólo por encontrarse largas jornadas fuera de sus casas sin poder estar con sus familiares y amigos y tener anuladas sus vidas sociales y familiares, con ello cuentan desde el primer día que deciden dedicarse a dicha labor, pero es la falta de atención que observan en este sector, es la falta de infraestructuras que compensen el esfuerzo que realizan, como ocurre en esta explanada de ‘Guantánamo’, llena de residuos en toda su extensión y sin las mínimas condiciones que debería tener, y no es la única.

Es triste conocer este mundo desde una perspectiva más directa y escuchar de los propios camioneros la soledad de los miles de kilómetros que recorren cada día, aguantando a empresarios y encargados, sus desconcertantes exigencias y los juegos que se traen con los horarios, tacógrafos y demás triquiñuelas para incumplir las normas establecidas y beneficiar desde la ilegalidad a la empresa, algo que las autoridades debería perseguir con mayor insistencia.

Cierto es que las empresas de camiones son contratadas, pero ese hecho no resta importancia a las condiciones tan humillantes y deplorables por las que tienen que pasar estos conductores antes de cargar los tráileres. Durante las largas jornadas, las cabinas son su único espacio vital y cada hora que pasa dicho habitáculo se vuelve más pequeño: “Me pagan para conducir, para recorrer las distintas carreteras durante largos días con la única compañía de las voces de amigos y familiares a través del teléfono, pero no para ‘acampar’ largas horas en lugares como ‘Guantánamo’, mal acondicionado y falto de los más mínimos detalles para trabajadores que se juegan la vida cada día a un volante, no podemos tomar ni un mísero café, a no ser que lo traigas de casa”, me comentaba un camionero indignado.

Hace unos meses valorábamos el esfuerzo de estos profesionales que doblaban sus jornadas para mantener nuestras despensas llenas durante la etapa más dura de la pandemia, pero es fácil olvidar y mirar para otro lado al normalizarse la situación. Los camioneros suelen cobrar entre 1.400 y 1.800 euros al mes, más si recorren largas distancias, que suelen durar dos semanas fuera de casa, sueldos poco adecuados para el esfuerzo y riesgo de la profesión, y creo que se merecen ser respetados y tratados con un mínimo de dignidad y no dejarlos olvidados en manos de sinvergüenzas empresarios que sólo piensan en sus bolsillos.

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