El candidato republicano a la Casa Blanca, Donald Trump, peleó hoy por arañar hasta el último voto en una frenética gira que le condujo a cinco estados cruciales para vencer en las elecciones presidenciales del martes en EEUU.
En la víspera de unos comicios tan esperados como inciertos, Trump lanzó una ofensiva final en Florida, Carolina del Norte, Pensilvania, Nuevo Hampshire y Michigan, estados indecisos donde un triunfo podría abrirle la puerta de la Presidencia.
Tras repuntar en las encuestas, que otorgan a la aspirante demócrata, Hillary Clinton, una ventaja media a nivel nacional inferior a tres puntos, el magnate neoyorquino apuró hoy hasta el último minuto y prometió "una victoria sin precedentes".
"Mañana vamos a recuperar la Casa Blanca", vaticinó Trump en su penúltimo mitin de campaña ante más de 9.000 seguidores que abarrotaban el pabellón SNHU Arena, en el centro de Manchester, capital comercial de Nuevo Hampshire (nordeste de EEUU).
"Pido el voto de todos los estadounidenses. Demócratas, independientes (...) que sienten la desesperada necesidad de un cambio", señaló el multimillonario, presentado por su candidato a la Vicepresidencia y gobernador de Indiana, Mike Pence.
"A partir de mañana, haremos a EEUU grande de nuevo", subrayó el empresario, en referencia a su lema de campaña, que podía leerse en las gorras y bufandas de color rojo y azul que lucían sus admiradores.
La concurrencia celebró ese presagio con un grito que retumbó en el pabellón: ¡USA, USA, USA, USA!, clamaron los miles de asistentes, que llegaron a guardar durante horas una cola de unos tres kilómetros de largo para acceder al recinto.
El magnate arengó a sus simpatizantes en un estado cargado de simbolismo, dado que allí ganó sus primeras elecciones primarias en febrero pasado y comenzó su extraordinario ascenso hacia la nominación presidencial del Partido Republicano.
"Estoy con vosotros. Lucharé por vosotros. Ganaré por vosotros", aseveró Trump, que ha revolucionado este ciclo electoral con un discurso populista y ultranacionalista en sintonía con la inquietud de la clase blanca trabajadora, golpeada por la crisis económica y enojada con las instituciones y los políticos tradicionales.
Nostalgias aparte, Nuevo Hampshire, conocido como el "Estado del Granito", ha cobrado relevancia en los últimos días en las encuestas locales, en las que Trump y Hillary andan prácticamente empatados.
Con una población que no alcanza el millón y medio de habitantes, Nuevo Hampshire sólo aporta cuatro votos al Colegio Electoral, el órgano encargado de decidir quién será el presidente dentro del sistema de elección indirecta que impera en Estados Unidos.
Sin embargo, esos cuatro votos (el vencedor necesita una mayoría de 270) podrían valer su peso en oro si el resultado de los comicios pendiera de un hilo, como parecen sugerir los sondeos.
No es de extrañar, por tanto, que la aspirante demócrata enviara hoy a Nuevo Hampshire a su "escudero" más popular y poderoso, el presidente de EEUU, Barack Obama, quien acusó a Trump de "arrogante y no saber nada".
En la recta final de la campaña, el impulsivo empresario ha mostrado disciplina y repuntado en las encuestas tras el repentino anuncio del Buró Federal de Investigación (FBI), hace diez días, de reabrir la pesquisa del escándalo de los correos de Clinton.
Sin embargo, Trump encajó este domingo un golpe al informar el FBI, una vez más por sorpresa, de que da carpetazo al caso y mantiene su decisión inicial de no imputar a Clinton por el uso de un servidor privado de correo electrónico para manejar información confidencial cuando ejercía de secretaria de Estado (2009-2013)
Con todo, el multimillonario volvió a sembrar hoy la duda en torno al escándalo y arremetió contra la ex primera dama, a quien acusó de ser "la persona más corrupta que jamás se ha postulado para el Despacho Oval" de la Casa Blanca.
Clinton, zanjó, "ha sido protegida por un sistema completamente amañado" y "está descalificada para ser presidenta".
El magnate tenía previsto cerrar su campaña en Nuevo Hampshire, pero el telón caerá finalmente en Michigan tras un cambio de plan "in extremis", en reacción al recorte de la delantera que Clinton le llevaba en ese estado del Medio Oeste.
En Michigan, centro neurálgico de la industria automovilística de EEUU y donde no gana un candidato presidencial republicano desde 1988, resuena con fuerza el populismo nacionalista y la retórica contra los tratados comerciales de Trump entre los votantes blancos de clase trabajadora que han dado la espalda a los demócratas.
Hace un mes, Clinton aventajaba en once puntos al multimillonario, un margen que ha caído a menos de cuatro, de ahí que el nerviosismo haya cundido tanto en las filas demócratas, que la propia candidata y Obama buscaron hoy el voto en ese estado.
Trump quemó hoy sus últimos cartuchos tras una trepidante polémica campaña de casi año y medio en la que, contra todo pronóstico, se alzó con la candidatura presidencial republicana y desafió el "statu quo" de la clase política tradicional.
La llave de la Casa Blanca está ahora en manos del votante, que este martes elegirá al sucesor (o sucesora) de Obama, primer presidente afroamericano de EEUU y en el poder desde 2009.