La Alemania de Angela Merkel, con sus decisiones clave en inmigración, defensa a ultranza de la austeridad, la ampliación hacia el este o finalmente a favor del endeudamiento conjunto, modeló una Unión Europea (UE) que ahora se asoma con incertidumbre al relevo de la canciller.
La apertura masiva de fronteras a los inmigrantes y refugiados en 2015, percibido como una decisión personal de Merkel sin consulta a sus socios europeos, perfiló una Europa en la que surgieron como reacción movimientos populistas, que en Alemania alimentaron a la ultraderecha.
El impulso de la ampliación de la UE hacia el este de Europa, con el empuje claro desde Berlín, para muchos origen de la dilución reciente del proyecto europeo y hasta argumento utilizado por los partidarios del brexit, fue otra aportación indudable de la era de la canciller.
Como lo es ahora, impulsada por la pandemia, la conversión de Berlín al principio de un endeudamiento conjunto de los 27, anatema durante la crisis del euro de hace más de una década, cuando los países del sur de la UE acusaban a Alemania de su estrangulamiento económico.
"Merkel fue muy buena gestora de crisis en el sentido de navegar entre desafíos pero a la hora de preparar al país para desafíos futuros, ahí no estoy segura de si ha tenido tanto éxito", resume a Efe Sudha David-Wilp, subdirectora en Berlín del German Marshall Fund y especialista en relaciones trasatlánticas.
A falta de conocer no solo quién ganará las elecciones generales alemanas del 26 de septiembre -en la que el debate sobre Europa ha sido prácticamente inexistente-, sino sobre todo qué coalición gobernará el país, esta experta reconoce que resulta aventurado precisar cuáles serán las prioridades de Berlín en Europa y en el mundo.
"La UE está integrada en la política exterior alemana y los alemanes agradecen que haya una UE fuerte pero al mismo tiempo a veces no ven cómo sus políticas afectan a sus vecinos", aprecia David-Wilp.
"Creo que Alemania no puede escapar a su papel de líder dentro de la Unión Europea simplemente porque es la mayor economía y su mayor socio y tras el Brexit, y quizás con una Francia un tanto distraída, estará automáticamente en el asiento del conductor cuando se trate de tirar de la UE", valora David-Wilp.
Agrega que Berlín debería haber caminado hacia la adopción de una "responsabilidad global" todavía con Merkel y avisa que Alemania tenga quizás ahora que "asumirlo aunque a regañadientes".
"La gran tarea es poner a Alemania en una situación en la que abogue por esos cambios más que aceptarlos de manera reticente", estima al respecto Wolfgang Münchau, desde el laboratorio de ideas "Eurointelligence", al comentar a Efe las transformaciones que demanda la UE.
El trabajo que tiene pendiente por hacer Berlín, estima Münchau, tanto por la propia UE como para que Alemania mantenga su liderazgo, "es la modificación de los tratados europeos. La UE funciona mal actualmente".
Recuerda que los líderes comunitarios se reunieron a golpe de crisis: "tomaron decisiones y llegaron con soluciones impromptu. Este sistema que tenemos ahora no resuelve los problemas", valora este periodista y analista económico.
"Parece claro que Alemania no protagonizará un giro de 180 grados en sus compromisos europeos. Creo que la credibilidad y el dinamismo político del o la canciller serán determinantes", estima por su parte Sam van der Staak, experto en procesos democráticos europeos en el Instituto para la Democracia y la Asistencia Electoral (IDEA), con sede en Estocolmo.
Al principio otros actores con más experiencia, como el presidente francés, Emmanuel Macron, podrán jugar la carta de la experiencia para moverse con más agilidad en los Consejos Europeos, añade Van der Staak, quien afirma que "saber cómo jugar con las reglas de Bruselas es algo que cuenta tanto como las políticas".
"Lo más probable es que Alemania siga siendo muy proeuropea pero puede que cambien algunos acentos" y cita las políticas contra la emergencia climática y "cómo de dura" será en materia de respeto de los principios del Estado de derecho como ejemplos que servirán para valorar el compromiso alemán.
"El papel de Alemania es extremadamente importante porque siempre ha intentado ponerse entre los duros y los blandos (...) siempre ha visto como una de sus tareas principales, como uno de los socios fundadores de la UE, la de mantener a todos unidos, especialmente en tiempos de crisis".
Van der Staak avisa del "juego delicado" al que se enfrenta Berlín: o templa y equilibra como ha acostumbrado o interviene cuando estén en juego ciertos valores esenciales. "No va a ser una tarea fácil para el próximo canciller".