En el auténtico líder deportivo y emocional de una plantilla que ha llevado al conjunto rojiblanco a LaLiga Santander dos temporadas después de su descenso
El entrenador Diego Martínez se ha convertido en el gran guía de un Granada que ha devuelto la ilusión a su afición y a la ciudad, en el auténtico líder deportivo y emocional de una plantilla que ha llevado al conjunto rojiblanco a LaLiga Santander dos temporadas después de su descenso.
El equipo granadinista ha hecho feliz durante toda una temporada a una afición rojiblanca que hacía lustros que no disfrutaba tanto y, sobre todo, no se sentía tan identificada y tan orgullosa de sus jugadores y técnicos.
Comenzar la temporada como el preparador más joven de la Liga 123 (37 años, ahora tiene 38) no ha sido impedimento para que el gallego haya sido capaz de llevar al éxito a un equipo que no era claro favorito al ascenso directo.
Sin embargo, el Granada exhibió desde el inicio del campeonato, allá por agosto, la regularidad, la competitividad y la sobriedad que todos desean para los suyos en una categoría tan dura e igualada como la Segunda División española.
Los estudios llevaron a Diego Martínez hace casi dos décadas a Granada, formándose a escasos metros de donde ahora se ubica la ciudad deportiva del club rojiblanco.
Comenzó su carrera como técnico en los campos de tierra donde entrenaba al cadete del Imperio de Albolote, de ahí pasó al Arenas de Armilla y después al Motril.
Siempre ha reconocido que la llamada de Monchi para incorporarse a la estructura del Sevilla le cambió la vida, y también que sus principales aprendizajes los encontró junto al actual director deportivo de los hispalenses y en Unai Emery, con quien trabajó también en el Sevilla.
Esta campaña ha encontrado en Granada, su segunda tierra después de su Vigo natal, lo que le faltó el año anterior en el Osasuna, donde puso las bases de un ascenso que los rojillos también han culminado ahora: empatía con la grada, capacidad para sacar el máximo provecho de la plantilla y fe de todo el entorno para seguir el camino que marcaba.
Porque Diego Martínez no ha sido sólo el entrenador del Granada. Ha sido la cara visible del club en todo momento, el que ha sido capaz de formar un grupo ejemplar y comprometido en el vestuario, el guía espiritual que ha arrastrado al Nuevo Los Cármenes y a media España a una afición que estaba desencantada pero que ha creído a pies juntillas en su doctrina y en su credo. Es, por muchos motivos, el gran triunfador de la temporada.
Si el argentino Diego Pablo Simeone pasará a la historia por "el partido a partido", el preparador gallego lo hará por el "pasito a pasito".
Tras la decepción mayúscula de la campaña anterior, en la que se planteó el ascenso directo como meta y el Granada ni disputó la promoción, de su boca jamás han salido en todo el curso las palabras subir o ascenso, convenciendo a todos de que sólo se podía aspirar a lo máximo no mirando más allá del siguiente encuentro.
Si todo transcurre por los cauces esperados, Diego Martínez tendrá la oportunidad de estrenarse en Primera División, con el Granada, sin haber cumplido los 40 años.
Se lo ha ganado porque ha sido el principal responsable de que el club vuelva a la élite y de que el granadinismo, que lo va a idolatrar para siempre, haya recuperado la ilusión en su equipo.