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Patio de monipodio

Re-concordato

No. Está mal escrito. ¿Concordato-Re? Menos aún. ¿Tó concuerda? Eso sí. Los acuerdos entre estados acuerdos son, pero la diferencia definitoria en el caso...

Publicado: 25/02/2022 ·
09:14
· Actualizado: 25/02/2022 · 09:14
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  • Vaticano. -
Autor

Rafael Sanmartín

Rafael Sanmartín es periodista y escritor. Estudios de periodismo, filosofía, historia y márketing. Trabajos en prensa, radio y TV

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Con su amplia experiencia como periodista, escritor y conferenciante, el autor expone sus puntos de vista de la actualidad

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No. Está mal escrito. ¿Concordato-Re? Menos aún. ¿Tó concuerda? Eso sí. Los acuerdos entre estados acuerdos son, pero la diferencia definitoria en el caso de un Estado concreto crea problemas de entendimiento, porque lo que entre dos estados cualesquiera es acuerdo bilateral, en el caso de uno, el más pequeño, se convierte en “concordato”. Bueno, el más pequeño en tamaño será, porque en poder… ¡Jo!, cuanto mandan. Debe ser que eso de que su reino no es de este mundo ha trascendido el mundo y como es tan difícil saber si su poder ya se ejerce en otros, abarca la casi totalidad del globo terráqueo. Y la totalidad cuando llegue y domine el Nuevo Orden Mundial, esa etapa con la placidez de los mansos corderos tan deseada por las ministras del gobierno de “las Españas”. Habrá un solo gobierno y una sola religión, hacia ahí tiran, por el camino de los mansos corderitos, que ya sirvieron de ejemplo desde el nacimiento de la nueva religión que ya no es tan nueva, pero veinte siglos después es la más extendida.

Cuando dos estados, en uso de su soberanía ¡Ah! ¿pero todos tienen la misma soberanía? Curioso. Pues cuando en uso de su parte alícuota de soberanía deciden firmar un acuerdo, ese acuerdo es sagrado (sobre todo si es con el Vaticano, por razones obvias). Salvo cuando afecta y desprotege a los naturales del país. No es razonable que en cualquier acuerdo internacional se prime en uno de los países a los ciudadanos del otro país.

Menos aún que no sea a ciudadanos de otro país a quien se prima, sino del propio, con tal que se declaren seguidores del otro. Es como si en el campo del Betis se permitiera entrar gratis a los del Sevilla. O viceversa, que tanto da. Todo embrollo es un lio, y este más. Que el Vaticano decida sobre asuntos de fe, pase. No pasa que en nombre de la fe se beneficie económicamente a unos negocios sobre otros. Ya hay tratamientos diferenciados según para qué negocios, por ejemplo, los especuladores máximos de las socimi pagan solamente el 1% sobre sus beneficios, si los hay, mejor si se declaran, Pero lo hacen sin excusas, porque el negocio de la construcción parece preferente dónde falta industria para hacer economía. A pesar de todo no es lo mismo, porque la discriminación ejercida sobre la mayoría al eximir de IVA a los negocios religiosos, además de traer un lamentable recuerdo al látigo manejado en el templo por el fundador, es una muestra de la endeblez del Gobierno en un concordato así llamado para esconder tras él un simple acuerdo comercial, frente al poder de la Iglesia, pero si se le permite apropiarse propiedades que deberían ser del común ¿Qué más cabe esperar?

Los jueces que han dictaminado que las hermandades no deben pagar IVA porque la Semana Santa no es cultura, dicen muy poco de la Semana Santa y mucho del peligro de los negocios en el templo. Y discriminan al conjunto de la Sociedad, que sí paga ese y los demás impuestos, sean ateos, mormones o católicos. Que estos últimos se puedan forrar por ser “religiosos”, es para denunciar el Concordato, resabio de un (mal) tiempo político que es grave mantener.

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