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Acento andaluz

Pagaremos los pecados de esta Semana Santa

Pocos valores como la coherencia le son más esquivos al hombre. No es que huyamos de la relación lógica entre nuestros pensamientos, discursos y maneras de...

Publicado: 04/04/2021 ·
23:29
· Actualizado: 04/04/2021 · 23:29
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  • Triana hasta la bandera este domingo de Ramos. -
Autor

Fernando Pérez Monguió

Presentador de 'Acento Andaluz' en 7 Televisión y jefe de informativos de la Cadena SER Andalucía

Acento andaluz

Fernando Pérez Monguió analiza en este espacio la actualidad andaluza, con fibra progresista y corazón social

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Pocos valores como la coherencia le son más esquivos al hombre. No es que huyamos de la relación lógica entre nuestros pensamientos, discursos y maneras de proceder, sino que somos rehenes de la enorme responsabilidad individual que representa tener que elegir a cada instante de la vida, desde la rutina más nimia a la decisión más trascendental o creencia más profunda. Nos enfrentamos a diario ante el peligro de una permanente contradicción que difícilmente escapa al algodón de la coherencia en algún momento. Por ello, siempre sospecho de quien presume de ser coherente, como también de quien renuncia de la coherencia como mandamiento en su quehacer porque piensa que ser coherente no es una virtud, sino un impedimento para lograr el fin maquiavélico de sus objetivos. La coherencia puede abandonarnos o, mejor dicho, abandonarla nosotros a ella cuando hay una elección de por medio, pero encierra una negligencia, un fallo o una tara intolerable en el comportamiento colectivo o individual si las reglas estaban escritas y no había alternativas.

Claro que tampoco ayuda que las reglas fijadas pequen de incoherencia entre sí y con las establecidas en el pasado más reciente. Todo ello acarrea siempre consecuencias a corto o medio plazo. Y así ocurrirá con la Semana Santa que acabamos de vivir, un breve pero intenso periodo de tiempo que merece un monumento a la contradicción, la incoherencia y el despropósito.

La mayor de las incoherencias nos la han brindado nuestros gobernantes con un discurso en el que decían priorizar salvar vidas a salvar la Semana Santa turística o cofrade cuando no ha sido exactamente así: salvaron la hostelera y la devota permitiendo aglomeraciones, colas y aforos sobrepasados en templos, bares y restaurantes.

Mantuvieron el cierre perimetral entre provincias en Andalucía o entre comunidades, pero permitieron la llegada de decenas de miles de extranjeros. Publicitaron controles en las carreteras e informaron de intervenciones en pisos o en la calle para dar la sensación de que se penalizaba al incumplidor, pero ha sido muy fácil ver bares, iglesias, plazas e incluso parques donde se saltaron las normas básicas de seguridad, sin que las autoridades lo impidieran.

Por tanto, que nadie se sorprenda cuando la cuarta ola nos sacuda. Ojalá no llegue ese momento, pero si se produce espero que políticos y analistas señalen los errores que hemos cometido. Ya no podrán, por cierto, criminalizar el 8-M. Muchos de los que señalaron al movimiento feminista y les prohibieron actos hace solo cuatro semanas, son los que han participado o tolerado los desmanes pandémicos que hemos observado ojipláticos en los últimos días.  

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