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Patio de monipodio

Poner freno a la especulación

Especular no es elucubrar, ni imaginar, es “alterar el precio de las cosas para obtener beneficio”. Y no hay precio más alterado que el de la vivienda...

Publicado: 22/06/2021 ·
11:11
· Actualizado: 22/06/2021 · 11:11
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  • Bloque de viviendas. -
Autor

Rafael Sanmartín

Rafael Sanmartín es periodista y escritor. Estudios de periodismo, filosofía, historia y márketing. Trabajos en prensa, radio y TV

Patio de monipodio

Con su amplia experiencia como periodista, escritor y conferenciante, el autor expone sus puntos de vista de la actualidad

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Especular no es elucubrar, ni imaginar, es “alterar el precio de las cosas para obtener beneficio”. Y no hay precio más alterado que el de la vivienda. Hace tres días el Ayuntamiento pagó por viviendas a varios particulares casi el doble de lo que le hubiera costado construirlas. Lamentable forma de alterar su precio y dar motivos a otros propietarios para elevar los de su ambición. Todo ello a pesar de la crisis económica, que en situación y país normal obligaría a bajarlos. Hace una semana la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (¡anda ya!), se descolgaba con un concepto absolutamente inválido de nacimiento. Dice la OCDE: “limitar administrativamente los precios de los alquileres puede beneficiar en un principio a los inquilinos, pero a largo plazo les perjudica, porque desincentiva la salida al mercado de muchas viviendas y la escasez acaba encareciendo los precios”. La OCDE olvida, olvido lamentable, que si los precios están regulados por ley, quien los elevara estaría cometiendo delito.


La OCDE se suma así al criterio canalla y egoísta de defender la “libertad” (supuesta) de unos, para empobrecer y esclavizar a otros, que es a donde vamos. La esclavitud, aparte por secuestro, se establecía cuando el pago de la deuda se hacía imposible por el monto de los intereses. En este caso, la dependencia de bancos y caseros en general, viene por la imposibilidad de disfrutar un precepto constitucional, por sufrir la humillación del desahucio y el nomadeo resultado del contrato, siempre complaciente con los gustos del casero; por vivir de por vida forzado a enriquecer a quien un piso le equivale a un sueldo extra.


La OCDE también desaconseja limitar los desahucios y, como no hay otro, el pretexto es el mismo: si los voraces propietarios no pueden echar a la gente para ganar más pasta se retraerá el número de viviendas en alquiler. Sin pretenderlo, la organización destaca la falta de perspectiva de la usura, pues la inmensa mayoría de los desahucios se dan por la falta de medios para costear tan altos alquileres.


También aconseja al Gobierno con justeza y sabiduría: la mejor forma de contribuir a bajar precios es el desarrollo público de viviendas (que puede ser directo, por construcción, o por adquisición de algunas de las miles de promociones sin futuro. Naturalmente, no a los precios exigidos por sus especuladores propietarios). Si se cubre la necesidad de viviendas, la actual escalada de precios tiene que minorar, porque la demanda dejará de superar a la oferta, como ocurre ahora con creces, circunstancia de la que se aprovechan propietarios, promotoras e inmobiliarias. ¿Se opondrán a la iniciativa pública con pretextos como el de competir con la privada? Manifestaciones probablemente no habrán, pero presiones, ya las hay. Los promotores y propietarios de viviendas ven peligrar su boyante negocio si el Ejecutivo entra a resolver el problema de las familias necesitadas. “Torpe y ciego te hace el egoísmo, amigo…”, porque las que ellos construyen y promocionan no pueden ser compradas más que por quien tiene dinero para eso. Y esos, ya tienen vivienda.

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