“El cine es un camino maravilloso, pero arduo, difícil y, a veces, enojoso”, proclamó el cineasta aragonés después de recibir el segundo Premio a la Cinematografía de la Universidad Internacional Menéndez Pelayo (UIMP) que le ha entregado su rector, Salvador Ordóñez.
La UIMP concedió ayer a Borau esta distinción, que en su primera convocatoria recibió la actriz Marisa Paredes, por su extensa labor cinematográfica en su faceta artística y de promoción y difusión del cine.
El director Mario Camus, encargado de defender los méritos del autor de “Furtivos”, ha dicho que Borau es inteligente, simpático y tiene dominio de sí mismo, los requisitos para construir “una buena vida”.
Camus conoció a Borau en los años 50, en las pruebas de acceso al Instituto de Investigaciones y Experiencias Cinematográficas, que después se convirtió en la Escuela de Cinematografía de Madrid gracias a la “rebelión” que organizaron entonces contra el rector y los métodos de enseñanza.
Camus aseguró que esa “peligrosa rebeldía” sirvió para abrir camino a otras generaciones y dio pasó a una etapa que se inicio en 1963, cuando “la fortaleza” se abrió y empezó “el camino” para hacer películas y “la lucha” por conseguir rodar “de la mejor manera”.
Aunque en toda su trayectoria los dos cineastas nunca han trabajado juntos sí han compartido “nombres, lugares y conocimientos” que les unen “en la distancia”; aventuras que les hacen “reír” y “batallas codo con codo”, ha recordado Camus, quien ha relatado algunas anécdotas de aquella época.
José Luis Borau confesó que Camus le quitó ayer “30 años de encima” y le alivió de un “peso lleno de pecados, de zozobra y de angustias”, porque le hizo recordar que “siempre ha sido muy difícil entrar en el cine”.
“Se dice que está muy mal el cine, pero no nos engañemos. Siempre ha sido muy difícil entrar en el cine”, afirmó el cineasta aragonés durante su magistral intervención