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Rota

Pablo Barba distingue el tesón de los mayetos roteños por su pregón de San Isidro

Unos versos con amor, que fueron recibidos por su público con agradecimiento y felicitaciones al anunciar la llegada de un día tan esperado

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La flauta y el tamboril rociero volvieron encoger los corazones de los hermanos y hermanas de la Hermandad de San Isidro que, con ansia, vuelven a contar las horas para reencontrarse con su titular bajo las piñas de los pinares. Luis Alfonso Espinar fue el encomendado para presentar al pregonero de esta Romería de San Isidro, Pablo Barba, quien llenó al completo la bancada de la parroquia de Nuestra Señora de la O por hermanos y hermanas de la Hermandad; devotos de San Isidro; el párroco de Nuestra Señora de la O, Don José Arjona; las delegadas municipales Laura Almisas y Esther García; y miembros de la Corporación Municipal, entre otros amigos y amigas de la hermandad.

Cumpliendo 80 años la hermandad de San Isidro, Luis Alfonso Espinar bañó al pregonero de todo aquello que le hizo ser quien hoy se sube pregonar esta tradicional fiesta. Su familia y su entorno fue propicio para que el pregón emocionara a muchos aquellos que en la nave central de la O soñaban con este 15 de mayo. "Pablo es un joven viejo que se desvive por su pueblo y por sus costumbres" ya que este joven ha sido pregonero de La Madrugá y de las Fiestas Patronales entre otras citas, así como cartelista de diferentes eventos en Rota.

Ahora le tocó a Pablo ser quien anunciara la Romería, un cometido que le hizo apelar al pasado del espíritu romero cuando nació la Romería de San Isidro. El campo, sus cosechas y el mayeto, fueron las claves que subrayó Barba para hacer entender a su auditorio, la raíz que mantiene viva esta cita. Acompañado por la flauta y el tamboril, su pregonero hizo que, al cerrar los ojos, pareciera incluso escuchar el paso de las carretas por las piñas caídas, el gentío, y los pájaros cantando al unísono bajo los rayos de sol atravesando el cielo de ramas. 

Chaqueta, el hermano mayor de la hermandad romera, le llamó y el amor por las tradiciones de su pueblo, le animaron a confirmar su propuesta. Entre anécdotas y recuerdos, Barba, como agradecimiento, le entregó en el momento a su hermano mayor de San Isidro “por el sinfín de horas, más bien año dedicado por entero a la misma -a la hermandad-” una de las medallitas primitivas de la hermandad, algo, -incidió Barba- “que muy pocos tienen” y que fueron encontradas personalmente por él en una casa abandonada. 

Las raíces mayetas del pregonero no pasaron desapercibidas e hizo especial mención a su abuelo como mayeto en particular, y a la mayetería y al campo en general elevando su alabanza al campero puesto que, “el día que muera el último campero, morirá una parte de Rota”. 

En un sentido pregón, recordó emocionado a su “chata”, su abuela, quien le llevó de su mano durante su infancia a enseñarle la devoción de este pueblo. Un pregón en el que Barba no solo miró al pasado de los orígenes entre pinares y huertos, sino también, con altura de miras, hizo un viaje al futuro a través de sus versos en el que se imaginó a sí mismo de viejo, respondiendo las preguntas de su nieto sobre las visicitudes que trajo consigo la pandemia. Barba contestaría, con admiración y sabiduría dando el mayor de los consejos: “Hazlo con todas tus ganas, que lo mismo mañana es el último de tus días”. En este momento, al hilo de la pandemia, recordó el trabajo de los camperos ayudando durante los meses más duros de pandemia.

Unos versos con amor, que fueron recibidos por su público con agradecimiento y felicitaciones al anunciar la llegada de un día tan esperado, el 15 de mayo, día de San Isidro Labrador. El acto concluyó con el público entonando el himno del patrón de la hermandad.

 

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