El tiempo en: Puente Genil

Sevilla

Manzanares se queda a mitad de camino de la Puerta del Príncipe

El diestro alicantino le cortó las dos orejas a un toro de Núñez del Cuvillo de excelente clase pero no cumplió el sueño de salir a hombros en Sevilla

Publicidad Ai
Publicidad AiPublicidad Ai
Publicidad Ai
Publicidad AiPublicidad AiPublicidad AiPublicidad Ai
Publicidad Ai

FICHA DEL FESTEJO:

Seis toros de Núñez del Cuvillo, de preciosa, fina y pareja presentación, con seriedad sin excesos y dentro de una gran armonía de hechuras. Salvo el sexto, que se defendió con mal estilo, el resto dio buen juego en general en el último tercio, con dos torosespecialmente destacados por su gran clase: el segundo, "Encendido", para el que se pidió al vuelta al ruedo, y el tercero.

Sebastián Castella, de nazareno y oro: dos pinchazos y estocada tendida trasera (silencio tras aviso); dos pinchazos y estocada trasera (ovación tras aviso).

José María Manzanares, de grana y oro: estocada recibiendo (dos orejas); pinchazo hondo caído y descabello (ovación).

Alejandro Talavante, de tabaco negro y oro: estocada contraria (oreja); dos pinchazos, estocada desprendida y siete descabellos (silencio tras aviso).

Entre las cuadrillas, saludaron en banderillas José Chacón y Rafael Rosa.

Noveno festejo de abono de la feria de Abril, con cartel de "no hay billetes" en las taquillas, en tarde primaveral.


SOLO UN PASO MÁS

Apenas un paso más, corto pero decidido y decisivo, le faltó a Manzanares para cortarle al quinto toro de la tarde la oreja que le faltaba para avalar su salida a hombros la Puerta del Príncipe, el umbral soñado por todos los toreros y que él mismo ya ha cruzado así en varias ocasiones.

Pero, tras abrir el trasteo a ese toro con una larga cambiada de rodillas, le costó dar ese breve y crucial paso, a pesar de que el público le empujaba a hacerlo ante un astado aparentemente muy justo de fuerzas pero que, con un buen fondo de raza, embestía con claridad y recorrido cuando se le llevaba prendido en el engaño.

No lo hizo así el dubitativo alicantino más que a final de la faena, justo para borrar de esa manera cualquier duda sobre la verdadera condición de un animal que respondió entregado a una muleta que no siempre le llevó con criterio.

Porque a esas alturas de la tarde ya tenía Manzanares, en frase hecha, abierta una hoja del pórtico de la gloria del toreo después de cortarle las dos orejas, tras una generosa petición popular, al sobresaliente segundo toro de la buena corrida de Núñez del Cuvillo.

Desde que pisó el albero, tuvo este hondo y precioso "Encendido" un galope entregado que Talavante aprovechó en un mecido quite por delantales y que continuó en el tercio de banderillas, para inmediatamente mostrar además la gran profundidad de sus embestidas en cuanto Manzanares le puso delante la muleta.

Se acompasó, compuesto y con su innato empaque, el torero de Alicante con el buen ritmo del toro, que lo iba poniendo casi todo en emoción, a lo largo de varias tandas por ambos pitones, solo que sin llegar a apurar hasta el final el largo recorrido de sus embestidas.

Fue así, a falta de un mayor sometimiento y a pesar de la estética formal de la obra, como el de Cuvillo acabó creciéndose y finalmente poniendo incluso en ciertos apuros al torero, que resolvió esa labor a menos con uno de sus contundentes estoconazos recibiendo, clave para la petición de la segunda oreja.

Alejandro Talavante también paseó una oreja del tercero, otro ejemplar notable de Cuvillo, serio, hondo y que se empleó con calidad siguiendo los engaños. La faena del extremeño tuvo fases de buen toreo, sobre todo una rotunda tanda de naturales en su ecuador, en la que el torero se entregó y se "rompió" tanto como merecía el colaborador "enemigo".

El resto fue un trabajo pulcro, aseado, fácil, variado también, pero con la sensación generalizada de que Talavante no pisó a fondo el acelerador para haber cortado no una sino las dos orejas que propiciaba el bravo comportamiento del astado gaditano, que aún le trompicó, sin consecuencias, a la hora de la estocada.

El único lunar de la buena corrida fue el sexto, que se defendió con mal estilo ante el empeño de Talavante, porque a Sebastián Castella le cupo en suerte un lote que, sin llegar a esos niveles de calidad, resultó más que manejable -demasiado sangrado en varas el quinto- pero al que el diestro francés lidió de manera mecánica y monótona, sin apenas generar olés ni ovaciones en el tendido.

TE RECOMENDAMOS

ÚNETE A NUESTRO BOLETÍN