La operación, que se ha practicado con la colaboración de Europol, se ha saldado con la detención de seis personas, cinco en Valencia y una de Bilbao
La Policía y la Guardia Civil han desarticulado una red dedicada a introducir de forma irregular en la Unión Europea a ciudadanos iraquíes; primero les llevaban a países europeos, como España y Francia, y luego les trasladaban hasta el Reino Unido en camiones frigoríficos.
La operación, que se ha practicado con la colaboración de Europol, se ha saldado con la detención de seis personas, cinco en Valencia -entre ellas el principal líder del grupo- y una en Bilbao.
El cabecilla, un iraquí nacionalizado español, dirigía los traslados de los inmigrantes por diferentes países de la UE, mientras que el resto de integrantes de la organización actuaban a modo de célula itinerante.
Por este 'traslado', los inmigrantes pagaban entre 3.000 y 10.000 euros por persona, en función de la modalidad de introducción y del riesgo para la integridad física.
A los detenidos se les considera autores de los casos descubiertos en áreas de servicio de Ferreruela de Huerva y Villafranca del Campo, en la provincia de Teruel.
Precisamente, las investigaciones se iniciaron cuando en febrero pasado se halló en un área de servicios de Ferreruela de Huerva a seis inmigrantes iraquíes, cuatro de ellos menores y de la misma familia, dentro de un camión frigorífico que transportaba mercancías con destino al Reino Unido.
Ese mismo día fueron también descubiertos dentro de otro camión frigorífico dos inmigrantes iraquíes en Chiva (Valencia).
Y días más tarde, ya en marzo, aparecieron otros ocho inmigrantes de la misma nacionalidad, cuatro de ellos menores, en el interior de otro camión del mismo tipo en un área de servicio de Villafranca del Campo.
Fueron las propias personas transportadas dentro de los remolques frigoríficos quienes alertaron a emergencias ante el temor a morir de frío.
La red operaba bien a través del corredor Cantábrico-Mediterráneo hasta puertos del norte de España como Santurce y Santander, bien a través de puertos y pasos fronterizos del norte de Francia, como Calais o Dunkerque.
Los detenidos introducían grupos de entre seis y ocho personas, generalmente familias con hijos menores de edad (incluso bebés de pocos meses), dentro de los camiones. Aprovechaban el descanso nocturno del conductor para, sin su conocimiento, introducirlos en el interior del remolque.
Para ello, recolocaban la carga del camión, que era generalmente de hortalizas, y acondicionaban un pequeño espacio en el que viajan y se ocultaban las personas traficadas.
Los encargados de realizar esta maniobra tenían la habilidad suficiente para abrir las cerraduras y sustituir los precintos sin que se detectara que había sido forzado el sistema de cierre del remolque.
El tiempo de estancia en el interior del camión rondaba entre las 30 y las 40 horas, normalmente en vehículos frigoríficos a temperaturas que no superaban los 4ºC.
La organización era consciente del riesgo que suponía este tipo de viajes, con lo que actuaba, según las fuerzas de seguridad, con absoluto desprecio a la vida e integridad de las personas.
Para desarticular esta red, la Policía y la Guardia Civil creo un equipo conjunto de trabajo, que fue coordinado por el Centro de Inteligencia y contra el Terrorismo y el Crimen Organizado (CITCO).