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Torremolinos

Las generaciones del pescaíto

Los chiringuitos en Torremolinos pasan de generación en generación para ofrecer el mejor servicio a los comensales.

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  • Fran Cerdán. -
  • Miguel Cerdán, hijo del fundador del chiringuito con su mismo nombre, lleva desde su niñez trabajando en el restaurante familiar
  • Los Manueles es el único que sirve espetos todo los días del año
  • Los negocios a pie de playa han tenido que adaptarse a la demanda del extranjero

La estampa es casi una tradición en Torremolinos: la familia que se reúne el domingo para salir a comer a uno de los tantos chiringuitos que ofrece el paseo marítimo. Los más pequeños de la casa juegan en la calle y esperan la llamada de los mayores para empezar a comer. Que si calamaritos, rosada, paella o qué bueno están estos espetos. En verano, primavera, otoño y, ¿por qué no? También en invierno. Esta imagen se repite todos los días del año. Esta imagen repetida, con distintos nombres y caras es la que han visto Juan Miguel Cerdán, Fran Cerdán y Manuel (o Lolo) Villafaina detrás de la barra de sus chiringuitos en innumerables ocasiones.

En 1941 abrió sus puertas el restaurante Miguel Cerdán. Ubicado en las características rocas que dan comienzo a La Carihuela, fueron Francisca y Manuel los que levantaron de la nada este chiringuito que ahora regentan sus cinco hijos. “Mi madre trabajaba muchísimo. Antes los fogones eran de carbón, no existían las freidoras, y ella cocinaba allí y nos calentaba la leche a los cinco hermanos”, cuenta Juan Miguel.

Los tiempos cambian, llegó la freidora y con ella un restaurante clave en Torremolinos. La decoración ha cambiado y la carta también. Al pescado, el marisco y los arroces más tradicionales se han sumado platos como el atún encebollado o los langostinos al whisky. A estos cambios también se unen los clientes. “Antes los clientes eran más cercanos, como parte de la familia, es algo que echamos mucho de menos”, explica Cerdán.

Diez años más tarde, en 1951, nació el restaurante Casa Antonio, actualmente regentado por Fran Cerdán, su hijo. Fran, que siempre se ha dedicado al turismo, comenzó a trabajar a pleno rendimiento en el negocio familiar hace 15 años. “Cuando era joven pasaba los veranos trabajando en el chiringuito para sacarme un dinerillo extra, por lo que estaba acostumbrado a este nivel de trabajo, aunque el cambio sí que ha sido brusco”, explica Fran.

Cambios y más cambios, pero siempre respetando la tradición. Cambios que empiezan por el emplazamiento, ya que el restaurante dio sus primeros pasos en la zona de La Roca. La mudanza se hizo en el año 92 cuando, motivado por la ley de costas, muchos negocios tuvieron que derrumbarse y comenzar de nuevo. Pocos se salvaron. Lejos de venirse abajo, Antonio Cerdán continuó con su proyecto. “Ha habido una transformación, tanto a nivel gastronómico como a nivel de servicios. La materia prima por excelencia siempre ha sido el pescado, pero hemos ido sumando valor añadido a la carta introduciendo otros productos que suponen una mejora, como las carnes”, dice Fran.

Los Manueles nació en 1968 de la mano de Manuel Villafaina. Lolo, su hijo, es el encargado de ayudar a su padre para atender a malagueños y turistas durante todo el año. “Mi padre tiene 70 años y sigue aquí. No creo que se vaya a jubilar nunca”, bromea Lolo, quien terminó su formación en el Curso Superior de Hostelería hace 20 años y no ha dejado de formarse para prestar el mejor servicio.

Sacrificio

Los cuatro coinciden en lo sacrificado de trabajar a sol y sombra en un negocio que no descansa. ¿Y la próxima generación? “Los niños ahora estudian. Esto es muy esclavo”, cuenta Juan Miguel Cerdán. El tiempo lo dirá.

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