El sábado, último 4 de diciembre, concentración en Cádiz del grupo que hace tres años se apropió de la Manifestación para desplazar y sustituir a sus responsables históricos y a quienes dieron el paso de retomarla. Se acabó la unidad de acción, se acabó la cooperación, se impuso el protagonismo. Se impuso y se mantiene. Y se agranda. Después de la concentración, manifestación, también en Cádiz, que de ahí son los mandamases de quien quisiera coger la bandera del andalucismo y por ahora no sabe salir del protagonismo, del ser único y especiales como lo eran antes de ser ignorados por el grupo de donde salieron. El grupo que ahora, de pronto, se da el giro teatral de fingirse más andalucista que un plato de aceitunas, más que una estrella de ocho puntas. Cádiz con dos, Córdoba y Málaga, son cuatro. Y la quinta en el pueblo más rojo, convertido ahora por obra y gracia del sindicato en el más disgregador de la unidad de Andalucía ¿qué pensará el SAT, después de tantos traspiés siendo actor no secundario en la secundaria manifestación para uso privado?
Cuantos grupos, que batiburrillo, cuanta gente, sólo falta que se desdoblen para sumar un poquito más, porque si todos juntos caben en un autobús -y eso no es problema, el problema es creerse “vanguardia”, mientras por su enfrentamiento se limitan a ser freno-, si en el bus caben incluso los que no están pero no están porque no pueden o porque han sido desplazados por quienes se creen pater y mater de todo, se creen superiores, redentores de lo que no se redime y luego critican a los que se nombran redentores a sí mismos. Pero ¿hay gente para tantas manifestaciones y concentraciones? ¿Se ha vuelto loca Andalucía? Más bien quienes quieren representarnos, que al final no se representan ni a sí mismos. Quieren recuperar “el espíritu del 4 de diciembre” con la supina ignorancia, de no se han preocupado de conocer, que el 4 de diciembre de 1977 fue la Fiesta de la Alegría por Andalucía, pese a rotura policial de la Fiesta en Málaga, fue la Fiesta de la unidad, porque todo el pueblo obligó a los políticos a caminar juntos en la senda que el pueblo les marcó. Fue la fiesta de todos, no sólo la de unos cuantos, ni de varios cuantos.
¿Será eso lo que falta? Seguro. Les falta la fuerza del pueblo que pide, por lo menos, unidad de acción, menos protagonismo, menos “redentorismo”, menos arbitrariedad, menos figurativismo. Más amor verdadero a Andalucía, más respeto a nuestros símbolos. ¿Quiénes vienen ahora a erigirse en representantes de un pueblo al que no respetan, con el que no cuentan? Los mismos que en las anteriores unitarias se auto excluyeron, se desplazaron “para no mezclarse con la plebe”, los que se han dividido en dos, será para practicar en su dinámica de la división en lugar de practicar en la de la unidad y el sano acuerdo en beneficio de Andalucía, antes que en los supuestos suyos propios. Porque quien divide queda dividido, no da confianza. Y eso no es bueno para nadie. Para ellos, tampoco.