El “niño Justo”, “Justito”, “Álvarez”, “lacio” -esto último se lo decían Manolito, Chico Linares y Juan José en el Cádiz-, son muchos de los apelativos con los que se conocía a Francisco Javier Álvarez, el hermano pequeño de la saga de futbolistas más brillante que ha dado el balompié de Arcos, donde nació un 10 de agosto de 1966. La Peña Picá fue el escenario donde se fraguó y desarrolló una de las grandes leyendas deportivas que han visto la luz en Arcos de la Frontera y cuyas anécdotas e historias personales trataremos de conocer en esta entrevista.
En ese teatro de los sueños de una de las calles más representativas de la ciudad, la Peña Picá, con su vaso comunicante de la calle Alameda, donde también aparecieron gigantes futbolísticos como “Estebita” o “Kubalita”, fue donde se fraguó una de las leyendas vivas del fútbol de Arcos, la que protagonizó Francisco Javier Álvarez, el pequeño de los hermanos Álvarez, encabezados por Manolo y secundado por José Antonio, a los que muy pronto se les rendirá un esperado y merecido homenaje con la denominación del nuevo campo de fútbol del Santiscal con su apellido, un humilde e imprescindible tributo a los futbolistas que pusieron a Arcos de la Frontera en el mapa nacional de este deporte y de los que todos los arcenses nos sentimos orgullosos.
¿Con quiénes jugabas tú en los campos de fútbol imaginarios de la Peña Picá?
–Con Carpio, Contero y toda la gente que había por allí.
¿En qué equipo empezaste a jugar?
–En los juveniles del Arcos, cuando estaba de entrenador Juan Ferrer, que estaba casado con la jueza de Arcos, pero jugué muy poco tiempo porque con 15 o 16 años ya estaba en el Arcos con los mayores, y con 17 me fui al Cádiz.
¿Con quiénes coincidiste en el Arcos en aquellos años?
–Fue en Regional Preferente. Estuve con Garrido, Mancera, Enrique Rodríguez, Paquito, Gúmer, Peso, Castillo, Diego Serrano, Vargas, Paco Eloy, Hierro, Eloy, Juan Ramón, Sebastián, Zarzuela, etc. Creo que marqué bastantes goles esa temporada porque me llamó el Cádiz de inmediato.
¿Qué tiempo estuviste en el Cádiz juvenil?
–Estuve un año a las órdenes de David Vidal y me fui de veraneo a Murcia, donde me quedé jugando en el Imperial, el filial del Real Murcia. Eso me produjo bastantes trastornos porque el Cádiz no me dejaba irme, pero yo conseguí un contrato de trabajo en Murcia para poder quedarme allí. También jugué un partido de Copa del Rey con el Murcia, pero al terminar la temporada me mandaron a hacer la mili a San Fernando y aproveché para firmar por el Arcos, donde jugué una temporada hasta que David Vidal me vio por La Isla y me convenció para que me fuera otra vez al Cádiz, algo que no era del agrado del entonces presidente Manuel Irigoyen por haberme ido a Murcia.
Fue entonces cuando jugaste un partidillo contra el Cádiz sénior, estando Manolo Cardo en la grada con su señora, y marcaste dos golazos impresionantes que te sirvieron para abrirte las puertas del club otra vez...
–Sí, me sirvió para firmar por el Cádiz B en Tercera División, donde fui máximo goleador. Al año siguiente hice la pretemporada con el primer equipo, que entrenaba Víctor Espárrago. Yo alternaba los partidos con el Cádiz B y los entrenamientos con el primer equipo hasta que me subieron al Cádiz, que estaba en Primera División.
¿Y qué me dices de la leyenda negra de tus salidas fuera de horario que te ha acompañado desde entonces?
–Éramos muy jóvenes, y salíamos de la pensión en la que nos hospedábamos para dar una vueltecita y siempre me pillaban a mí.
¿Y esas noches inolvidables en el Bar Terraza?
–Bueno, allí echábamos unas partiditas de dados y poco más. No teníamos maldad, pero nos gustaba salir y ya está.
¿Qué recuerdas del Mágico González?
–El Mago era un bohemio de la vida, tú lo has conocido. Era una persona que venía de El Salvador, de la montaña concretamente, y no tenía las rutinas de horarios que tenemos nosotros. Comía a cualquier hora del día o de la noche y era muy indisciplinado en ese sentido. Había que estar siempre encima de él recordándole esas cosas, pero físicamente era un portento y no había nadie que le hiciera sombra en ese aspecto. Eso sí, era buen persona como el que más. Lo daba todo y era todo corazón.
¿Te acuerdas de algo que te pasara con él?
–Sí, se compró un Ford Escort XR3 rojo, que dejaba aparcado en la misma puerta de entrada del Carranza, y le dieron un golpe. Un día vino a recogerme para ir a entrenar y le daba vergüenza conducir el coche por el desperfecto que tenía. Me dice “coge tú el coche, por favor”, y yo le contesté que no podía porque ni siquiera tenía carné de conducir. Total, que tanto me insistió que lo tuve que llevar al entrenamiento sin tener carné de conducir. Otras veces quedaba con él y no aparecía por ningún sitio... son tantas anécdotas que no sabría decirte cuál de ellas es la mejor. Otra vez llegaba a un bar y decía “¡todo lo que se deba aquí de todo el mundo lo pago yo”! y, sin embargo, no llevaba un duro encima, por lo que tenía que venir luego Irigoyen para pagar las invitaciones que él iba dejando, pero eso lo sabía todo el mundo en Cádiz y era algo normal.
¿Cómo recuerdas tu lesión en el Camp Nou contra el Barça?
–Yo debuté contra el Málaga de la mano de Helmut Senekowitsch en Carranza y el partido del Barça fue el último prácticamente de mi estancia en el Cádiz. Llegué a ese partido sin estar completamente curado de una rotura de fibras. En el partidillo del jueves me puso David de centrocampista organizador en el suplente y me salió tan bien que en el descanso me pasó al titular. En Barcelona salí en el segundo tiempo por Manolo Villa. Hice un calentamiento muy rápido y en la primera o segunda carrera me rompí otra vez. David Vidal se enfadó porque creía que me quería quitar de en medio, pero estuve tres o cuatro meses lesionado. Aquel fue mi último partido con el Cádiz, que me cedió los últimos tres meses de la segunda vuelta al Gandía, al que salvamos del descenso. Me tenía que venir cinco partidos antes de que acabase la liga porque si no se anulaba mi contrato. Era la reglamentación de antes y cuando volví al final de la liga, el Cádiz ya me había dado la baja y firmé en la Balona ese año. Al año siguiente, Martín Doblado, que estaba de entrenador en la Balona me llevó al Mérida, que fue cuando subimos a 2ª A. Después del Mérida me vine a Los Boliches (Málaga), pero hubo problemas económicos en las navidades y Antonio Gallardo (q.e.p.d.) me firmó en el Arcos otra vez, que fue el año que ascendimos a Tercera División (1992) en Cortegana.
¿Qué hiciste después?
–Empecé la liga en Tercera con Quinichi y luego vino un argentino, Horacio, que había firmado en Baza, que tenía un proyecto muy bonito en Regional Preferente, y me fui para Granada. Firmaron también a Pavón, de la Balona, a Otero, guardameta del Portuense que jugó en el Sevilla, a Juanma Escobar, etc. y ascendimos de calle. En la liguilla nos tocó uno de los grupos más fuertes, pero faltando dos partidos ya habíamos ascendido. Era un equipo bastante bueno en el que seguí a la temporada siguiente ya en Tercera. Cuando llevábamos unas diez jornadas había marcado 12 o 13 goles y vino a por mí el Mármol Macael, que estaba en 2ª B, y me fui a Almería donde terminé la temporada como máximo goleador del grupo. A la temporada siguiente me firmó el Polideportivo Almería, de la 2ª B, y faltando ocho o diez jornadas para terminar me vino el Jerez de los Caballeros, que entonces se llamaba Christian Lay, para que jugase con ellos la liguilla de ascenso a 2ª B, y decidí irme a Extremadura porque ya en Almería apenas estábamos cobrando, con el equipo en mitad de la tabla y sin objetivos que cumplir. Tuvimos la mala suerte que nos tocó el Málaga cuando el equipo estuvo a punto de desaparecer y tuvo que empezar desde abajo, y subió contra nosotros. A la temporada siguiente me firmó el Águilas de Murcia, uno de los equipos punteros de aquella zona, donde estuve dos temporadas y llegué a marcar 60 o 70 goles. Luego, por medio de Carlos Trasante, un uruguayo que jugó en el Algeciras y que fue un entrenador muy cualificado en Murcia, me llevó a un pueblecito cerca de Cartagena, Relesa Las Palas de Fuente Álamo (Murcia), una empresa que hacía rejas y vallas para los campos de fútbol cuando eran obligatorias, y que patrocinaba a un equipo potente donde el presidente era el dueño de esa empresa, que nos dio trabajo también. Estuvimos a punto de meternos en liguilla, pero la mala suerte nos dejó sin ascender. Al final de la segunda temporada en Las Palas, jugué varios partidos de liga y cuatro o cinco de la promoción en el Hellín, con el que vine a jugar contra la Balona, partido en el que nos la jugábamos ambos equipos pero que acabó ganando la Balompédica logrando el ascenso. Al año siguiente me volví a Murcia para jugar en el Alhama de Murcia una temporada y a la siguiente me firmaron en el Totana, un buen equipo, pero al empezar la liga me lesioné y cuando regresé después de las vacaciones navideñas me lesioné en el abductor y me retiré del fútbol con 33 años.
Ahora vais a tener un nuevo encuentro con exjugadores del Arcos CF de épocas anteriores como ya hicisteis en el 2018…
–Ya hicimos una reunión en el Restaurante El Lago, que estuvo bastante bien, y en esta de ahora habrá gente que llevamos sin vernos 30 años como Manolo Turón, Lobatón, Paquito, de Granada, los de Jerez de nuestra época, etc. y va a ser bastante bonito y emotivo.
Os une el pasado del Arcos, pero el presente del club parece que no os llama mucho la atención…
–Bueno, ahora con la familia es más complicado, pero yo me he desplazado cada vez que he podido. Yo sigo teniendo contacto con toda la gente del Arcos y cada vez que voy a mi pueblo los llamo y quedamos para vernos, así como con los exjugadores de Jerez. Cada vez que tenemos posibilidades nos vemos.
¿Y con el Arcos del presente qué relación tienes?
–Con la pandemia llevábamos casi dos años que no hemos podido hacer prácticamente nada, además del problema de salud que he tenido, por lo que me ha resultado muy complicado acercarme porque los médicos no me aconsejaban los desplazamientos ni los contactos interpersonales debido a la situación sanitaria en general y a la mía personal.
De los compañeros con los que te vas a encontrar de nuevo, casi ninguno de ellos sigue al Arcos habitualmente en la liga…
–Bueno, hay algunos como Paco Eloy, Sebas o Zarzuela que sí siguen al equipo, aunque no sé la relación que tienen ellos con el presidente actual. Sería bonito tener un enlace con la directiva del Arcos porque pienso que le podemos echar algún cable de vez en cuando.
¿De qué forma podíais ayudar al club en estos momentos?
–Yo podría hacer algunas gestiones con algún equipo para que fuese a Arcos a jugar un partido o ir a dar alguna charla a los jugadores junto con el entrenador. A mí nunca me han dicho nada, pero yo estaría encantado de colaborar con el club en lo que necesite.
Se echa en falta en los tiempos que corren esos futbolistas como tú y tus hermanos, con tantas cualidades y tanto talento…
–Ahora es muy diferente. Los padres ahora llevan a los niños a jugar con seis o siete años y se creen que van a jugar en 1ª División. Todo va a base de escuelas deportivas y no hay apenas libertad para los chavales. A nosotros no nos enseñaron nada, el que valía y el que no se quedaba fuera. Creo que hay muchos padres que tienen parte de culpa de que sus hijos no lleguen a ser futbolistas profesionales. A los niños hay que dejarles que se diviertan y los entrenadores y los técnicos ya se encargarán de enseñarles y corregirles. Yo me acuerdo que cuando me fui a Cádiz, lo primero que nos dijeron fue que si no estudiábamos no íbamos a poder jugar. Podías ser muy bueno como jugador pero si no te aplicabas y te educabas debidamente, no ibas a llegar. Eso no se prima hoy en día como antes. Ahora los niños con 10 o 12 años fichan por un club importante y se llevan a la familia con ellos. En nuestra época no era así. El fútbol es muy difícil y hay que tener suerte el día de tu debut para aprovechar al máximo esa oportunidad, hacer las cosas bien en el momento oportuno para hacerte con un puesto en la plantilla. Para eso hay que superar los nervios y que no te atenacen el día señalado. Si no lo coges, es un tren que pasa de largo y ya es muy difícil volverse a montar.
También es muy difícil dar con un equipo que gane partidos y que esté enchufado, tanto en el terreno de juego como hermanado con su afición en las gradas…
–Es muy complicado. También los futbolistas de hoy en día, como pasa en la Balona, donde estaba de entrenador Antonio Calderón hasta el año pasado, quien fuera jugador del Cádiz CF, no es la misma historia que antes, que salíamos todos juntos a la calle e interactuábamos con los aficionados. Ahora estos jugadores se piensan que son de otro planeta y te miran por encima del hombro. El fútbol ha cambiado mucho. Antes era más de equipo y de gente que sabía lo que se hacía y hoy en día no es así.
¿Tú cómo ves la saturación y el empacho de fútbol que hay en la actualidad?
–Cada vez me cuesta ir a un estadio a ver un partido. Prefiero verlo en casa tranquilo porque no me divierto en el estadio, se me hace pesado y estoy deseando que acabe el primer tiempo y luego el segundo para irme, como si fuera un compromiso o una obligación inexcusable y la verdad es que no veo fútbol en directo.
No sé si a ti te sucede igual, pero cada vez me gusta menos el fútbol de los grandes equipos y más el que le queda a uno al lado, el de nuestro pueblo…
–Es que viendo algunos partidos en la tele te aburres de solemnidad. Los ves a ratos porque no te engancha todo el tiempo. Ahora marca un equipo dos goles y ya no ataca más. Es una lástima.
¿No crees que el aficionado debería volverse un poco más hacia el equipo de su pueblo en vez de tanto Madrid, Barça, Betis, Sevilla o Cádiz, por decirte algo y con todos los respetos hacia estas u otras entidades? El tener contacto directo con la plantilla de jugadores, el entrenador o la directiva, el verles la cara a los protagonistas de este deporte desde cerca es una de las cosas más positivas y gratificantes que todavía tiene el fútbol, aunque sea un fútbol modesto practicado por jugadores no profesionales…
–A mí porque me pilla lejos de Arcos y por asuntos de salud, que no me dejan moverme tanto como yo quisiera, pero a mí me gusta ver al Arcos y seguirlo siempre. Eso te anima mucho más que ver a un equipo en la tele. Por ejemplo, saber que Zurdo ha vuelto al Arcos y que se puede retirar en su tierra te da alegría o conocer a la gente de aquí, como Maqui, que nos sigue representando a todos los arcenses, es algo muy reconfortante y positivo para nosotros. Es muy bonito y me gusta mucho.