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El alga invasora hunde en un mar de caos a la flota pesquera artesanal de Barbate y Conil

En 2016 se detecta el alga... en julio de 2023... la situación “sigue siendo caótica”. Así nos lo confirma José Manuel Dávila, vicepresidente de FENAPA

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  • Barco de la flota pesquera artesanal de Barbate
  • Desde Fenapa se insiste en denunciar la falta de ayudas y soluciones para la flota artesanal de Conil, Barbate, Tarifa y La Línea

Desesperación. Sentimiento de abandono. Caos. Desasosiego. Desolación. Desatendidos. Desamparados… Son algunos de los sustantivos y adjetivos que nos ayudarán a entender el estado de ánimo del sector pesquero gaditano y más concretamente el de la flota artesanal del litoral que va desde Conil a la Línea de la Concepción, pasando por Barbate y Tarifa.

Las soluciones pasan por ejecutar proyectos que ayuden a crear una economía alrededor del alga invasora al tiempo que se le asigne una parte de la cuota de pesca de atún rojo, especie ya totalmente recuperada, a la flota artesanal que faena en la zona afectada por dicha alga

Una flota pesquera que sale a faenar casi por instinto de supervivencia, con la esperanza, muchas veces vana, de regresar con capturas que le remonten al ‘esplendor’ de los años previos al 2016, cuando en las aguas del Estrecho de Gibraltar aún no se había detectado la presencia del alga invasora Rugulopterix Okamurae.

Hoy los barquitos que componen la cada año más mermada flota artesanal de Conil, Barbate, Tarifa y La Línea regresan a puerto con sus artes cargadas con kilos y kilos de dicha alga y sin apenas capturas que vender en sus respectivas lonjas. Y a sus patrones, y a sus marineros, les invade la desesperación, el desasosiego, la desolación, al sentirse a la vez abandonados, desamparados y desatendidos por gran parte de las administraciones públicas a las que reclaman una solución que no llega y eso que ya han pasado siete años desde ese fatídico 2016 cuando se detectaba por vez primera el alga de origen asiática que cambió para siempre el ecosistema marino de la zona.


 

Una situación “caótica”

Julio de 2023… la situación “sigue siendo caótica”. Así nos lo confirma José Manuel Dávila, vicepresidente de Fenapa, Federación Nacional de Pesca Artesanal de España, y representante de dicha organización en Andalucía. E insiste, “llevamos muchos años luchando contra sus consecuencias y aún no contamos con ninguna solución”.

Las redes de la flota artesanal de Conil y Barbate se recogen y éstas están repletas de esta alga, dejándolas casi inutilizables y provocando dolores de cabeza ante las horas de trabajo a las que se enfrentan para tratar de salvarlas. Son ya siete años de este calvario que va agravándose con el tiempo. El fondo marino está completamente cubierto y los peces de roca desaparecen. Sus cofradías llevan años alzando la voz ante esta catástrofe ecológica y económica. Los barcos de trasmallo llegan a puerto cargados de algas y sin “ningún tipo de pescado”, lo que provoca desesperación “porque son muchas las familias que dependen de estas capturas”.

Este alga exótica procedente del mar de Japón, ha transformado  el ecosistema marino al cubrir totalmente el área desde la orilla hasta las profundidades, donde la luz permite que pueda seguir extendiéndose, eliminando especies autóctonas y otras exóticas que invadieron la zona pero que lograron adaptarse sin producir las consecuencias de ésta.

José Manuel Dávila (FENAPA)

Ningún plan sobre la mesa

José Manuel Dávila se lamenta ante la dejadez y la desidia de las administraciones públicas. “No hay ningún plan sobre la mesa. Al Ministerio para la Transición Ecológica le estuvimos pidiendo que la declarase como especie invasora porque siempre que hemos solicitado ayuda a la Junta de Andalucía, nos respondían que era necesaria esa declaración para tomar medidas y aportar soluciones”.

Pero “la sorpresa que nos hemos llevado es que hace ya tres años desde que logramos que se declarase especie invasora pero las soluciones que nos dan son las mismas, es decir, ninguna”, o mejor dicho, la situación ha empeorado “con el agravante de que muchos de los proyectos que había en marcha para el tema del aprovechamiento y para la utilización de dicha alga, se han quedado paralizados por la norma del propio Ministerio de Transición Ecológica en la que se impide, al ser una especie invasora, pues no se puede tocar, mover o trasladar”. Una extraña ironía.

Precisamente en agosto del pasado año, la Organización de Productores Pesqueros Artesanales Conil-Atunara (OPP72) y Fenapa mantuvieron un encuentro con la Dirección General de Biodiversidad del Ministerio para la Transición Ecológica en la que se puso sobre la mesa el hecho de que “la presencia del alga está desmantelando a la flota artesanal”.

El alga invasora ocupa las zonas rocosas  y se extiende “como un manto que termina impidiendo la vida de las especies que habitualmente han sido el sustento de nuestras flotas artesanales”.

Un manto de algas que acaba  especies de autóctonas, algunas de las cuales acaban por desplazarse. Centollos, ortiguillas, urtas, chocos, corvinas, cañaillas están desapareciendo…

María Altamirano, presidenta de la Sociedad Española de Ficología y profesora de Botánica y Fisiología Vegetal de la Universidad de Málaga, fue la primera que la identificó como procedente de China, Japón y Corea… en el océano Pacífico. Fuera de esa zona solo se había detectado en un lago de Francia pero el comportamiento invasor que se ha visto en el Estrecho de Gibraltar nunca antes se había dado.

En 2019, tres años después de detectarse, se había extendido ya desde la Línea y Algeciras hasta Conil, donde ya en ese año “la incidencia era muy fuerte”, tal y como señalaba Nicolás Fernández, gerente de la Organización de Productores Pesqueros Artesanales Lonja de Conil, quien explicaba que “más del 70 por ciento de los caladeros de la zona de Conil, están también arruinados por este alga invasora que en los últimos meses ha tenido un cambio bastante importante en su agresividad”.

 

No se toca, no se mueve, no se vende

Una agresividad que no ha cesado y que aumenta con la llegada de los meses de verano. Aún así, desde que se declaró especie invasora hasta los proyectos para su aprovechamiento se han paralizado. Dávila señala que “la idea era buscar una solución basada en generar un aprovechamiento de dicha alga para diferentes usos y generar así una economía circular… No se está haciendo nada en absoluto” y critica que “ahora mismo el plan es que no se ponga en marcha ningún proyecto porque al parecer temen que al crear una economía alrededor del alga y que genere beneficios, al final la especie acabe siendo trasladada y cultivada en otros puntos del litoral nacional. Esa es la excusa que ponen para que los proyectos no salgan adelante”.

Pero la flota artesanal no se rinde. De hecho, “hemos firmado un convenio con la Universidad de Málaga que, en resumen, es todo lo contrario. Es decir, si queremos erradicarla lo primero que tenemos que hacer revalorizarla y aprovecharla. El alga, eso es inevitable, está ahí y va a seguir estando. Es casi imposible acabar con ella. Pero creemos que si de lo malo podemos extraer algo positivo que nos ayude a paliar las consecuencias que nos provoca, pues se debería hacer”.

Y es que la situación es crítica. “Hay barcos que llegan a puerto cargados de algas, con doscientos, trescientos, cuatrocientos y hasta quinientos kilos de algas. Y en lugar de tener que ir a un vertedero, lo mejor sería vendérsela a una empresa que la transforme y la use, lo que al menos dejará un beneficio a la embarcación. Hablamos de 50 céntimos o un euro por kilo…”.

Ahora mismo, las que se capturan en las redes y las que se extienden por las playas, “van a un vertedero directamente”.

Barco de la flota pesquera artesanal de Barbate

 

La pesca artesanal, destrozada

Mientras tanto solo hay una cosa clara: a la pesca artesanal la ha destrozado. “Nosotros”, explica Dávila, “realizamos un balance que enviamos al Ministerio de Transición Ecológica para explicar cómo nos está afectado. En este sentido, cogimos de referencia las ventas del año 2015 y las comparamos con las de 2021…y en ese periodo de tiempo las ventas habían descendido un noventa por ciento. Es una barbaridad. A eso hay que añadir que muchas especies han desaparecido. Y ese porcentaje está maquillado porque en 2015 no se vendía a los precios de hoy, que han subido porque al haber falta de recursos pues sube el precio de nuestras capturas. La situación es realmente caótica”.

Apoyo de la Junta

Dávila afirma que “llevamos dos años recibiendo una subvención por parte de la Junta de Andalucía, que es la única administración que se ha hecho eco de nuestros problemas y nos está intentando ayudar en lo que pueden. Hablamos de una ayuda económica de unos cuatro mil euros por barco, algo que con los gastos que tenemos, con las horas que empleamos y con las artes que se pierden, pues ya me dirás… Y cuatro mil euros para un barco que lleve a dos o tres marineros, pues aún peor porque hay que darle una parte proporcional a esos trabajadores porque también están sufriendo y mucho las consecuencias del alga invasora”… “Es una ayuda y es bienvenida, pero esa no es nuestra solución”.

Las ayudas de la convocatoria de la Junta en 2022 ascendieron a 100 euros por día de inactividad como consecuencia de la presencia del alga invasora en el caso del sector pesquero, y a 125 euros por día para las embarcaciones marisqueras de más de dos tripulantes afectadas por el cierre de las zonas de producción. Estos incentivos subvencionan entre 10 y 40 días de parada temporal por buque, en función de cuánto hayan disminuido los ingresos derivados de las ventas o de si se ha reducido o anulado la posibilidad de faenar en condiciones normales como consecuencia de la presencia de las algas.

¿Y cuál es la solución? Tanto Fenapa como asociaciones locales como la Organización de Productores Pesqueros Artesanales Conil-Atunara (OPP72) y las distintas cofradías de pescadores de Conil, Barbate y Tarifa lo tienen igualmente claro. Una solución parcial y fácil de ejecutar es que a la flota artesanal se le designe una parte de la cuota para la pesca del atún rojo.

Barco de la flota pesquera artesanal de Barbate

Esa cuota de atún es la única salida

José Manuel Dávila lamenta que a pesar de que llevan “cuatro o cinco años reclamando esa cuota, algo que es más que una reclamación porque es una necesidad”, aún no se les ha hecho caso. Dávila cree que para la flota artesanal “no hay otra salida. Lo hemos dicho por activa y por pasiva. Es nuestra única salida”.

El atún rojo ahora mismo es “una especie que no es que esté recuperada, está más que recuperada porque encima nos provoca grandes daños al tratarse de un gran depredador y es el culpable de que otras especies hayan desaparecido. Nosotros contábamos con una flota de barcos de sable que en el año 2015, en la Lonja de Barbate, vendía por un millón doscientos mil euros. En 2020 la venta fue de cero euros. Es una especie que ha desaparecido” y en parte la culpa es del atún… de hecho, “lo hemos comprobado al ver las vísceras de los atunes que aparecen repletas de sables”.

Otra cuestión que saben quienes se echan todos los días a la mar es que “antes el atún era una especie migratoria y hoy, con su recuperación y también debido a las malas prácticas de algunas pesquerías, contamos con una gran masa sedentaria en el Estrecho”, lo que también provoca desequilibrios en los ecosistemas de los caladeros locales en Barbate y en Conil.

Dávila insiste en que las administraciones “de alguna forma nos tienen que ayudar y la única factible para poder seguir adelante con nuestro trabajo es tener acceso a una cantidad de la cuota de atún. Eso sería un gran balón de oxígeno. Tenemos que vivir con lo que tenemos. No contamos con grandes barcos con los que realizar grandes desplazamientos… y nunca hemos puesto en peligro ninguna especie porque la flota artesanal es quizás la más sostenible de todas. Cuando entró el plan de recuperación y de gestión puesto en marcha desde el Ministerio porque la especie estaba muy castigada, a los primeros que nos quitaron del reparto fue a la flota artesanal y eso no fue justo porque no éramos nosotros quienes dañábamos a la especie. Y ahora resulta que quienes casi lo extinguen, hoy son los premiados y son los que pueden tener acceso al recurso”.

El atún rojo es la única especie que de manera permanente está en la zona, pero aún así no pueden pescarlo porque  requiere de la aplicación de los artículos 16 y 17 del Reglamento de la Política Pesquera Común, que debe activarse tras la reunión anual de la Comisión Internacional para la conservación del Atún Atlántico (ICCAT), la cual suele celebrarse en noviembre.

 

En las aguas de lastre

El alga ‘Rugulopterix okamurae’ es una especie invasora, pero aún no está muy claro cómo llegó a esta zona, aunque hay una hipótesis que se impone: llegó al Estrecho en las aguas de lastre de algún mercante procedente de Asia y que se arrojaron sin control ya sea en el Puerto de Algeciras o en el de Tánger.

En 2017, los ecologistas interpusieron una denuncia ante la Fiscalía General del Estado porque aseguraban que la especie llegó en los buques mercantes que atracan en el Puerto de Algeciras procedentes de Asia. Unos buques que se olvidaron de los protocolos de la UE, “y del convenio internacional para la gestión de aguas de lastre, que obligan a utilizar preparados químicos que maten cualquier ser vivo cuando los barcos deslastran agua”.  Es casi seguro que llegó a través del transporte marítimo, como lo es también que a su expansión le está ayudando el aumento de la temperatura de las aguas…

Sea como fuere, la flota artesanal de Barbate pide ayuda, pide que se dé una solución y que se le dé luz verde a sus demandas, desde buscar cómo lograr un rendimiento económico al alga mediante un proceso de transformación, hasta la dotación de una cuota para que puedan volver a pescar atún rojo…porque a día de hoy, insistimos, a la flota, a sus patrones y a sus marineros, les invade la desesperación, el desasosiego, la desolación, al sentirse abandonados, desamparados y desatendidos por parte de las administraciones públicas a las que reclaman una solución que no llega y eso que ya han pasado siete años desde ese fatídico 2016 cuando se detectaba por vez primera el alga de origen asiática que cambió para siempre el ecosistema marino de la zona..

Puerto de Conil.

 

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