El peor de los problemas es no encontrar quien te apoye. Al contrario, tener quien te eche una mano, facilita siempre las cosas. Es lo que les ha ocurrido a Maynor Peláez y a Matilde Iglesias, que con el Plan de Empleo de Cruz Roja han hecho realidad su deseo (que a la vez era una necesidad) de encontrar un trabajo en Málaga.
Maynor es guatemalteco, tiene 35 años y trabaja en la hostelería, en las cocinas de la Cueva del 1.900 desde hace ocho meses. Y le va bien, pero para llegar a ello, ha necesitado de una formación específica y de la realización de unas prácticas auspiciadas por la oenegé, que así funciona el Plan de Empleo. Llega a Cruz Roja tras pasar por otra asociación, Redmadre, sabedores de que buscaba trabajo, y si no, un curso, y así realiza el de ayudante de cocina y tiene contrato tras las prácticas.
Maynor lleva doce años en Málaga y está casado y tiene dos niños. Dejó su país buscando trabajo y asegura que no ha sentido rechazo nunca por su condición de emigrante. Para Maynor la ayuda de Cruz Roja ha sido determinante, porque llevaba mucho tiempo buscando trabajo o cursos y no tenía oportunidad ninguna. Ahora lo ve todo diferente, y espera para el futuro seguir en la línea trazada, pues el trabajo le va bien, ha ido ascendiendo y la empresa donde está le ha dado suficientes oportunidades.
Cambio de ciudad y de vida
Matilde tiene 30 años. Dejó Jaén después de divorciarse y perder el trabajo toda vez que estaba empleada en un negocio familiar de su expareja. Se traslada a Málaga con sus tres hijos, porque aquí residen sus padres, y se ve en la tesitura de tener que trabajar lo más pronto posible. Lo hace como auxiliar de ayuda da domicilio desde finales del pasado noviembre. Pero antes tuvo que superar no pocas dificultades; la primera, la de falta de titulación de estudios primarios, la segunda, la falta de preparación para una profesión.
Tras pasar por los servicios sociales municipales e intentarlo en el IMFE (Instituto Municipal para la Formación y el Empleo), es derivada hacia Cruz Roja. Aquí, hace un curso de cajera de grandes superficies y trabaja en ello un año, después se centra en ayuda a domicilio y a través de ello tiene el contrato actual. Ahora, quiere “sacarse el graduado escolar”, pero antes se ha enfocado en sacar los módulos que le quedan para tener el certificado de profesionalidad de ayuda a domicilio. Para Matilde la ayuda de la oenegé malagueña le ha supuesto todo, porque asegura que “se sentía mal” porque no encontraba ayuda ni para formarse y aquí lo ha conseguido, pero además ha encontrado el apoyo “para seguir para adelante” y para tomar fuerzas y convencerse de que hay razones para seguir adelante. Ese empujón que te hace romper barreras mentales, es lo que más agradece. Matilde tiene claro lo que le pide al futuro: “seguir trabajando”, porque le gusta lo que hace y espera continuar en su puesto, un puesto donde empezó con un contrato por menos horas de las que tiene ahora, ya que han confiado en ella.
Ambos tienen clara la importancia de que Cruz Roja apoye con su plan de formación y empleo porque las administraciones no llegan a todos lados o no dan todo lo que debe para insertar a las personas con problemas de empleabilidad.
El plan de Cruz Roja
Más de 2.000 personas han accedido en 2016 al Plan de Empleo de Cruz Roja para personas con dificultades de inserción laboral que ha logrado que 468 tengan un contrato de trabajo; de ellas, 249 mujeres. Esto sitúa la tasa de inserción en los proyectos de itinerarios de empleo de Cruz Roja en el 42 por ciento. Un plan en el que colaboran más de 50 voluntarias y voluntarios.
La responsable provincial del plan es Luisa Coronado, que lleva diez años en esto y que destaca la evolución vivida, sobre todo en lograr la implicación de las empresas y su vinculación mayor tras una larga tarea de sensibilización. También, la profesionalización a la hora de realizar el seguimiento de cada caso.
Por otro lado, asegura Coronado que la crisis ha traído una especialización, para los casos de mayores de 45 años o el de los jóvenes. Lamenta que no pueden atender a todos los que quisieran, pero que lo suplen consiguiendo que se salga formado o empleado. Y destaca que en Málaga sí hay ya una buena base de empresas que se vuelcan en la actualidad con estos colectivos. Con unas personas a las que Cruz Roja no solo atiende en materia de formación y laboral, sino que previamente, a cada una, se le hace un diagnóstico sociolaboral, cómo tienen la vivienda, la salud, las redes familiares y, destaca Luisa, se les da respuesta en todos los ámbitos.
Un trabajo importante es el que se hace a nivel psicológico. Se le hace a cada uno una entrevista ocupacional para saber qué capacidades laborales tiene. Pero a veces, la falta de estudios básicos plantea el problema de que hay que transmitir valores de los que se carece tan básicos como la importancia de la puntualidad o la de cuidar el aspecto externo a la hora de presentarse. Luego, se entra en sus posibilidades para emplearse, con qué competencias se cuenta, aumentando y mejorando las que se tienen más bajas, para lograr lo que se conoce como nivel de empleabilidad, la distancia que hay para el acceso a un puesto de trabajo.
¿Empleo tras la crisis?, parece “que la cosa remonta un poco”, pero en Málaga está el problema de la estacionalidad, con muchas contrataciones en verano y en campaña de Navidad. Al menos, en el caso de los jóvenes se ha conseguido salida con establecimientos de comida rápida, empleos por los que muchos jóvenes, pues la información se transmite boca a boca, preguntan constantemente.
Para todos, lo principal es la motivación a que se muevan, crear conciencia de que hay posibilidades laborales pero hay que buscarlas. Cruz Roja da un paso adelante después, pero más allá de la orientación que a veces queda vacía y no aporta soluciones.