El acuerdo entre los distintos grupos parlamentarios ha hecho posible un rápido relevo en la Presidencia de la Generalitat, después de que Camps decidiera dejar este cargo, al que accedió por tercera vez hace poco más de un mes, tras ser procesado por recibir supuestamente regalos de la trama Gürtel.
Génova supervisará
Por otro parte, la dirección del PP supervisará la transición de los populares valencianos tras la dimisión de Francisco Camps debido a la existencia de recelos internos, pero lo hará sin interferir a priori y dará todo el margen posible al nuevo presidente, Alberto Fabra, para que consolide la aparente unidad.
Distintas fuentes del Partido Popular consultadas por Efe reconocen que las grietas internas de los compañeros valencianos son lo que más preocupa ahora en una organización en la que, tanto las altas esferas como los cuadros intermedios, reconocen que la marcha de Camps ha dado “alivio”.
Un “alivio” que, puntualizan, es especialmente evidente para la carrera electoral de Mariano Rajoy, ya sin obstáculos de envergadura, pero que no es completo dado que Génova teme, a corto y medio plazo, las reacciones de las diferentes familias del PP de la Comunidad Valenciana y recalcan que el presidente de la Diputación de Valencia, Alfonso Rus, está conforme con la sucesión. También la alcaldesa Rita Barberá, y más lo están, si cabe, en Alicante, donde los rencores de “campistas” y “zaplanistas” puede que entren ahora en una larga tregua.
“Pero en la Comunidad Valenciana nunca se sabe”, matiza un dirigente consultado por esta cuestión.
La dirección nacional estará pendiente de que la unidad interna que rezuman ahora los populares valencianos no se debilite. Donde el apoyo a Fabra es total es precisamente en las oficinas madrileñas del PP.
El exalcalde de Castellón, descartada la opción de Barberá, ha sido siempre el favorito para suceder a Camps.