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?Llevo toda la vida trabajando sin darme de baja ni un sólo día?

Desde que se embarcó con su padre a los nueve años, la vida de 'Quico el Bullas' se ha dedicado a la pesca

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  • Francisco González 'Quico' ha pasado buena parte de su vida dedicada a la mar. -
Francisco, es un linense por los cuatro costados. En esta entrevista mostró ser una persona sencilla y luchadora, a la que el hambre y las circunstancias le obligaron a buscarse la vida honradamente desde muy corta edad.

—¿Dónde nació?

—En La línea, en 1936, en una época malísima, cuando la guerra. Mi padre trabajaba en la mar. Éramos tres hermanos y sólo quedo yo. No fui al colegio ni un solo día y no tuve infancia de niño, porque me tuve que poner a trabajar con nueve años embarcándome con mi padre en el barco llamado La María. Creo que el único que ha pasado hambre en La Atunara he sido yo, porque la situación estaba horrorosa. Cuando entraban los fuertes temporales me iba a los huertos a echar peonadas. Me daban varios kilogramos de patatas, unas acelgas, lechugas y lo llevaba a mi casa al ser lo que había.

—¿Cuándo comenzó a mandar un barco?
—Con 17 años comencé a mandar La Magdalena. Tenía a mi cargo a cuatro hombres, y mayormente pescábamos almejas, concha fina y corrucos. Estuve hasta los 19 años, que me fui al Servicio Militar  a  San Fernando.

—¿Cómo le fue?
—Me fue regular, aunque no me faltó de nada, porque estuve haciendo la mili con Luis Aragonés, el ex seleccionador nacional.

—¿Tenía amistad con él?
—Muchísima, porque él se iba a la cantina y no comía en el comedor  y me decía: Línea, ¿tu me vas a lavar el plato?”. Entonces yo me comía su plato de comida y después se lo lavaba. No lo he vuelto a ver en persona.

—Después, ¿qué hizo?
—Volví a La Línea y me embarqué de patrón en La Candelaria, estando unos cincos años. Pero al estar la cosa malísima en La Atunara me fui a Barbate, y me embarqué en una trajiña estando unos cuatro años pescando boquerones.  Posteriormente, me fui a San Sebastián,  donde estuve año y medio. Y de ahí me fui a Barcelona, Granada, Sevilla, Málaga…, habiendo recorrido toda España trabajando honradamente sin quedarme con un duro de nadie.

—¿Cuándo regresó a La Línea?
—Con unos 29 años. El alcalde de La Atunara tenía varios camiones. Y como yo era un lobo de  mar muy espabilado, me llevaba al puerto de Algeciras y comprábamos varias cajas de pescados. Después, las vendíamos en el espigón de La Línea.  Posteriormente, me llamó Antonio Mancilla y me compró un camión Avía, para que yo me buscara la vida comprando y vendiendo pescado. Le costó 240.000 pesetas.

—Si no sabía leer y ni escribir, ¿cómo se las ingenió para sacarse el carné de conducir?
—Como no sabía leer me busqué las respuestas de los treinta y tres exámenes que te podían tocar. Después compré treinta y tres lapiceros, los raspé y  los enumeré del 1 al 33 poniéndole a cada uno las respuestas correctas del examen  correspondiente.  Me repartí ordenadamente los lapiceros por varios bolsillos. Me tocó el trece, saqué el lapicero trece y coloqué las respuestas sin fallar ni una. Fui el único que aprobé.

—¿Pudo pagar las letras del camión?
—Trabajaba de día y de noche. La letra eran 7.000 pesetas al mes. Y como éste buen hombre vio que yo funcionaba bien un día me dijo: “Cuando pagues el coche lo pones a tu nombre y no me des nada a mí”.

—Excelente detalle humano...
—Antonio Mancilla hace 14 años que ha muerto  y  nadie sabía quién le ponía flores en el cementerio. Pero  los hijos un día cambiaron el día de ir a la playa y me cogieron un sábado poniéndosela. Esto jamás lo he contado y es la primera vez que lo hago público. Le tengo que agradecer mucho porque fue el que me abrió el camino. Me casé bien casado y hemos tenido una hija y un hijo.

—¿Fue el presidente de los exportadores de pescados de Algeciras?
—Salí elegido por mayoría absoluta por los exportadores de pescados, transportistas y agencias. Tenía un despacho en el muelle, y cuando había un problema lo tenía que solucionar, pero no tenía beneficios de ninguna clase porque seguía realizando mi trabajo. 

—¿Le da pena cuando va por el muelle de Algeciras?
—Es una verdadera pena, porque era maravilloso la cantidad de barcos que venían con pescado. Creía que eso nunca se iba a terminar, pero los contenedores han acabado con la pesca. La Bahía está totalmente contaminada y creo que se están pasando, porque lo que era antes agua hoy es todo cemento.

—¿Dónde se colocó después?
—En el Ayuntamiento de La Línea, y era el que tramitaba la documentación para obtener los carnés de pescas.  He estado unos nueve años hasta que me he jubilado hace un par de meses.

—Una vida durísima, ¿para escribir una novela?
—Y dos novelas también No me podía poner nunca malo porque tenía que llevar una o dos pesetas a casa. Si cogía mojadas de muerte, me tomaba lo que fuera y para adelante. He estado toda la vida trabajando sin darme de baja ni un sólo día.

—¿Esa es la causa para que el viernes 6 de febrero próximo el Círculo Mercantil presidido por Juan Morilla, le rinda un emotivo homenaje por su ejemplar vida laboral?
—-Me conoce muchísima gente no sólo en La Línea, Algeciras, Barbate sino por todas partes, porque he sido un tío honrado y un señor. He atendido a todo el mundo y le he llevado pescados a los necesitados. 

—¿Es solvente económicamente para hacer esas obras de caridad?
—Esa comida la compro con el dinero de mi pensión y nunca le he pedido nada a nadie.

—Nos conocemos de vista desde hace unos años, ¿me está metiendo una ‘trola’?
—Yo no te meto ninguna trola, porque esto lo sabe todo el pueblo. Siempre hay una persona que está mal y quiero que esa persona lo pase igual o mejor que yo. Mi mujer y mis hijos no se meten en este asunto porque siempre he procurado que no les falte de nada. Y si en Nochebuena diera a alguien la comida que tengo en la mesa para cenar. Ellos estarían contentos y orgullosos.

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